viernes, 1 de agosto de 2014

El rincón de los olvidados

En el lugar donde los triunfos son intercambiados por el polvo de la nada, allí donde tras varios tragos las máscaras desaparecen y se muestra el vacío que acompaña el resto del día, podrás ver a los olvidados de la vida, sangrando sus derrotas, frustraciones que se desparraman a medida que el tiempo ya no existe, escenario para intercambiar uniformes y profesiones en volutas de humo que se olvidaran regresar a su legitimo propietario. Allí, donde la razón es ahogada en alcohol, se hallan los abandonados del sistema, rumiando su drama, entre ira y sonrisa, aquellas personas que de una patada fueron expulsadas de un paraiso frágil y exigente, vangabundeando sin esperanzas, atraidos por motas de emociones, y conteniendo el llanto que les disuelva.
Plazas y bares son los espacios de los olvidados, los abandonados sin razón alguna, que lamentan su suerte hiriéndose con recuerdos de tiempos mejores, dejando su alma en llaga viva, embotando todo sentir para no caer en las fosas de la marginalidad, con el tiempo como tesoro que se pudre en sus manos.
Allí podrás contemplar las miradas perdidas, de quienes se entregarón al destino que otros fijaron, incapaces de encontrar fuerzas en sus roídos bolsillos, ni energías para mendigar les quedan, desechos por dentro mantienen compostura por fuera, tragando sus voces debido a que se cansarón de entregarla al silencio y la indiferencia ajena. 
Allí encontrarás un ejercito de triunfadores a los cuales les quitaron el pedestal dejándoles con metales dorados como recompensa a su esfuerzo. Viviendo no una derrota, sino un profunda desesperanza, fatalismo que no les abandonan, carentes de gestos afectuosos, vivos fantasmas del ayer que no pudieron impedir sus perdidas, hasta encontrar su vacío.
Piezas defectuosas que nadie quiere, apestados de la derrota, a los que no acerquarse, expulsandolos tan lejos como la distancia donde no verles ni olerles. Desechos que no pudieron arreglar, tras abandonar su humanidad en la carrera del exito.
El patio trasero al cual tapiar para evitar ser atrapados por su garras, sacando del manual las excusas que el paraiso ofrece.
Allí deambulan piernas sin alma, y voces sin sentido para inventarse compañías solitarias, recuerdos que se borran de un pasado esplendor que les condenó al desierto urbano por el cual transitan.

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