sábado, 9 de agosto de 2014

Gente

Manejo mis pies a golpe de miradas, en una despedida de olores y rincones por los cuales destile mi vida durante la última decada. Vuelvo a contemplar los rostros de quienes compusieron mi narrativa, pieles arrugadas, bocas desdentadas vigilan a inocentes jugando a vivir. Plazas de bullicio donde destilar la mala leche agriada del día, reirse del mundo que aprisiona, compartir soledades, llenarse de solidaridad, dejando que el tiempo transcurra. Tardes de evasión donde el el arco iris surgen de miradas furtivas, por donde el amor asoma su patita. La vida en su cruda existencia, que me ofreció un pedazo de pasión.
Gente que en sus manos contienen el poder de acompañar la partitura de mi discurrir por estos parajes. Gente que me envolvió durante las horas de cada estación. Gente a la cual no veré en un instante, cuando parta a nuevas tierras.
Y allí reinicie la banda sonora de mi despertar, explorando nuevos rincones, contemplando paisajes en las mañanas, comparta espacio con nuevos rotros arrugados, nuevas inocencias jugando a vivir, como todos los infantes hacen. Vuelva a escucha sonrisas particulares, y deje en mis pies las huellas del pavimento que piso, miradas furtivas que aún desconocen que se aman. Sentir las mismas emociones ante nuevos parajes. Volver a llenarme de gente que en las horas nocturnas, compartiendo una bebida, manifiestan sus heridas, y medallas conseguidas, deseos que aún les mantienen en pie, sin dejarse derrumbar por los embates de la vida. Y ahí su rostro verdadero aflora, y sus voces son más pasionales, más reales, mientras se fraguan amistades eternas. Gente que auyenta la soledad en compañía de almas heridas y fortalecidas a impulsos de voluntad. Gente donde quedo reflejado, identificándome con sus miradas.

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