Anuncia el viento
el cierre incierto de las costosas comodidades, sobre las cuales se asienta
nuestras vidas, necesidades que desaparecen a voluntad ajena, en cuanto el
revés de la vida voltea la paz de una cómoda existencia, ocultando su fragilidad
con numeroso cantos de sirena, libertad hipotecada al antojo de poderosos
desconocidos, que fijan el rumbo del destino.
Anuncia el viento
el incierto día donde seré desposeído de lujosas necesidades, que al no poder
disponer del intercambio monetario, será borrada de un soplo, impidiendo que mi
resistencia logre triunfo alguno, impotente ante los embates de quienes manejan
los hilos del teatro.
Anuncia el viento
la llegada de la derrota programa, el tributo que los dioses modernos exigen,
sacrificio de semejantes para mantener ficticios equilibrios, que permitan el
funcionamiento del monstruo que gobierna sobre la voluntad humana. Desposeído
del certificado de consumidor, seré consumido en justo pago a las exigencias de
un inmundo sistema, consumido en cuerpo y alma, en las afueras de las murallas,
donde abandonan a los desterrados, a los desposeídos. A quienes sólo poseen un
hilillo de humanidad.
Anuncia el viento
que el verdugo se acerca para decapitar mis esperanzas, despreciando la
permanencia de humanidad, que insiste en permanecer junto a mí, habiendo sido
abandonado por monedas que compraban felicidades instantáneas, por trabajos que
alienaban mi sentir, encadenándome al ritmo frío de mecanismos insensibles,
dogmas de fe seudocientíficos, unificando el existir, produciendo en cadenas de
producción idénticas personalidades, idénticos deseos, idénticas tristezas y
alegrías, vaciando todo intento de diversidad.
Anuncia el viento
el fin del cuento, dejaré de existir en la conciencia colectiva, porque mi voz
se silenciara, y los focos dejaran de alumbrarme, y en los recuerdos que
permanezcan se inoculará ficción de una inexistente realidad. Seré entregado al
almacén de los desconocidos, a la pira de los sacrificados por el bien del
sistema, que no mata debido a que conduce a la muerte, donde por sí mismo
desconectamos el cordón umbilical.
Anuncia el viento
que seré desposeído de los derechos que me regían, abandonado en la cuneta, y
silenciado al apoderarse de mi voz, que cuando corten la luz necesaria, y me
entreguen a las tinieblas, impidiendo regresar al confundir los caminos,
permaneceré en el olvido, para no importunar las conciencias amaestradas.
Anuncia el viento
el abandono de la solidaridad social, marcando mi piel con señal de peste, y
casi sólo deambular por el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario