sábado, 30 de agosto de 2014

Mi hogar

Confundí el hogar, y aunque no me desahuciaron, no sentí como propio, motivo por el cual por las mañanas rastreaba el solar que me rodeaba, buscando mi hogar perdido, o al menos una pista que me condujera a abrir la puerta de mi morada. Nada hallé y volvía en la noche, al combate de de permanecer en desconocidos lugares, por donde abandonaba la vida, coleccionando derrotas, y esperanzas que no florecieron. Sustituyendo el profundo placer, por externas alegrías, que no acallaban la pregunta de como conduje hasta ahí, en que lugar perdí el camino al que no podía regresar. Perforado por un sentimiento de abandono, confusión que me robaba la claridad, para subir al último tren, que cada día me alejaba, del lugar que nunca fue mi hogar. Despertaba cada mañana en camas que nunca me abrazaron, con reseca de la desesperación, comenzaba mi día, deambulando en círculos, sin lograr escapar, olvidaba ya hacia donde. 
Y en el olvido llegó un viento del norte, un beso de primavera, que despertó mi carcomida piel, haciendo realidad lo que era un mito, y entonces tiré de la tela que ocultaba mi hogar, reconociendo los deseos que creí haber perdido, durmiendo abrazado a mi colchón por primera vez, en sereno sueño. Desperté y sentado ante la ventana, viendo amanecer, saboreaba un café, recordando a mi compañera de viaje, deseoso de emprender tarea, que logren personalizar cada día, acompañado de la certeza de vernos, emocionándonos metros antes del encuentro, cuando los ojos visualizan sus andares, instantes antes se extrañaba su presencia, en un intenso cariño que surge desde dentro, al contrario del tiempo de ser perdido, que sentía desde fuera, calando posos en mi latido. Ahora el aire que alimenta proviene de un estallido interno, que en forma de vaho envuelve el ambiente, cual novela de fantasía, porque fantasía es lo que su tacto supone a mi piel.
Caminar a su lado, es ya de por sí un triunfo, una fiesta que espero vivir a cada despertar. Recibir su compañía es un premio, una chispa que encendió mi motor, y puso en funcionamiento un sueño completo. Proseguir cada segundo, entre miradas furtivas, y besos deseados, recorriendo el trayecto que nos conduce al destino material y el destino imaginado, robando minutos al mundo, para en despertares encontrarnos, reunidos en paredes que reflejan el sentir común, paraíso donde vivir en plenitud.
¡Sentir la sangre fluyendo! ¡comprender los versos y los sueños! dejarse llevar por el instinto del momento, para contar las horas que nos reencuentre, añorar el encuentro, que relega al olvido molestias y tristezas.
Porque ahora habito mi hogar.

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