sábado, 30 de agosto de 2014

El último paseo

Los rincones de la ciudad, refugios de intimidad, me rechazan, señalándome las esquinas que he de cruzar, por donde la sorpresa acecha, cruce de caminos, que exigen una elección, abandonar una ruta de las que se cruzan. Renunciar a sus ofrendas, para entregarse de lleno al camino escogido. Despedirse de un futuro, para abrazar un presente.
Complicada elección, basada en expectativas sin certeza de cumplimiento, influenciada por la obligación de acertar, de triunfar en la decisión. Enredada en deseos contradictorios, y en lógicas razonables, que engendran la indecisión. Dificultades de elegir en un mundo, donde se decretan guías para caminar.
Rechaza la ciudad mi triste despedida, la más complicada decisión, porque reclama atención a sus servicios prestados, y niega el lazo de pertenencia, ante el sentimiento de abandono, ignorando el sentido de mi acción, el sentimiento de gratitud y los afectos nacidos en su vientre. Ignorando el bienestar que mi cuerpo cansado reclama, en exigencias de mantener edificios derrumbados, ilusorios pensamientos de normalidad, en una dependencia que obliga a los dos.
Rechaza mi presencia, con acusaciones de ingratitud, por ejercer la libertad, que anteayer disfrutaba, cuando vivía en sus calles. Hiriendo mis afectos y recuerdos impregnados por su aroma. Dramatizando una despedida, fielmente meditada, incluso necesaria para no marchitar con abonos de frustración, la convivencia mantenida.
Recorro su ignorancia en un último acto de convivir en su compañía.

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