Te quiero con tu vida, con tu completa existencia, con los llantos de sonrisas que recorren tu esperanza, aunque hay que beber del nectar de la tristeza, y profundizar en el infierno para encontrar el paraiso, juntos hasta las profundidades de un ilusión naciente. Te quiero completa, sin cartas de un bufet emocional donde escoger artificios, puesto que la única elección necesaria ya tome, decidiendo acompañarte.
Te quiero plena, con todo el barro del que fuiestes hecha, y tu capacidad de modelarte ante cada innundación de la vida, para sentir en plenitud un alma pura, que se expande con la sinceridad del impulso vital, y besar la heridas que en el mundo sufristes, abrazando tus triunfos.
Quiero ser espectador de tu vida, invitado de excepción permitiendo ser deslumbrado por tu recorrido existencial. Compartir cada rincón de tu espíritu, desde las nubes de tu pensar que riegan los sentimientos, a los cuales acoger con tu bendición. Acogerlos sin reservas, sabedor de que conforman parte de tu existencia, parte de tu ser mostrados en confianza. Beber de los ríos de tus ojos, estrujándote como si hundiesemos los pies en arenas movedizas, y así mantenernos erguidos.
Te quiero con la totalidad de tu vida, y compartir la plena existencia mía, ser el infante que explora tu sonrisa, la manta que abriga tus noches de frío, la hoja en blanco que espera registrar tu voz, la silenciosa voz, que únicamente sangrando puede ser escuchada, dar testimonio de tu existir. Recopilar tu saber, en la biblioteca de mi querer, escriba de tu hacer.
Ser el espanto de la soledad que acecha, delimitando su territorio, las manos donde apoyar la carga de tu peregrinar, el mulo donde asentar tus posderas para ascender pedregosos momentos, y el festín de tu alegría. Compartir la plena vida y así enderezar los renglones torcidos, y así ascender por los mundos creados desde un corazón desbocado.
Te quiero con tu verdadera vida, que te engendro a cada latir.
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