domingo, 3 de agosto de 2014

Hoy vuelvo a describirte parte de mi alma, paisajes que no pudimos compartir en cuerpo, relatos de un hombre repleto de triunfos insignificantes, y derrotas significativas, que logro atravesar mares y desiertos hasta encontrar los frondosos bosques de los oasis, añorando lo que nunca podrá ser puesto que tú te despedistes definitivamente hace toda una vida. Y en este espacio de tu ausencia empapelé mi conocimiento con títulos que permitieron obtener ingresos, escasos unas veces, suficientes otras. Soñé con hijos y un amor que pareció  esquivo para mi, y bebí de las fuentes de la alegría y del sufrimiento que la vida depara, hasta llegar a perder casi todo. 
Perdidas que ahora vislumbro necesarias para llenarme de vida, vida que me gustaría compartir contigo, no en alma como hasta ahora, sino en cuerpo y alma, un imposible.
Me gustaría saber ssi de tu pequeñín te sientes orgullosa, que corregirías de este descarriado que vive en una permanente ilusión, sueño que no se desvanece ni ante en empuje de instantes de soledad. Poder conversar sobre la vida más mundana, y así exponerte mis despertares en este instante, sintiendo el origen de mis ramas, las raices que tú plantastes, y libre soñar sin reservas.
Hablarte de mi nueva ilusión, de las mariposas que revolotean en mi vientre, mostrate mis escritos, y levantar la cabeza para otear nuevas tierras donde asentarme, dejando atras este fango.
Mas no estas en cuerpo, dejando todo al poder de la intuición, y sentir tu caricia por la imaginación. Sabedor de que viví como pude logrando instantes de felicidad, alegrías que dotaron de sentido la vida, momentos compartidos que ensancharon las sonrisas. Momentos que surgen para reclamar la búsqueda de espacios de felicidad, soñando con verdades que ilusionan y remontan el bache de la desesperación. Viví con miedo e intensidad, hasta con instantes de inconsciencia, en etapas de fugaces, y caí, mil veces caí para oler el polvo del suelo, y alzar la mirada al cielo, respirando la fe que sostiene y empuja una y mil veces. 
Amé, y sentí el amor de compañeros de viajes llenando las alforjas de un solitario ser. 
Viví madre, viví sin ti, aunque a tí regreso siempre.

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