martes, 28 de octubre de 2014

La Noche

Otra noche llegó, con otros vientos, otras luces, otras emociones. La misma vida que discurre imparable, mostrando sus rostros. 
El silencio atrae susurros, voces que únicamente surgen en la noche, donde ensoñar es la ley, libre de limitaciones rutinarias. Voces del alma, comunicando los secretos invisibles, acumulados durante el día, los deseos que permiten sentirnos vivos.
Llegan vientos de recogimiento, de historias ante la hoguera, y abrazos de vida. Vientos de reencuentros con nosotros, compartiendo intimidades, abriéndonos en canal con la suavidad de la caricia. Momentos para recapitular las aventuras cotidianas vividas, remodelando el barro de nuestra persona. Manta de amor, abrigando, copa de besos alimentándonos. 
Las luces alumbran las huellas de nuestras batallas, las ilusiones del futuro, guiándonos por el páramo que atravesamos, evitando extraviar nuestros anhelos. Luces que adornan el ambiente compartido, permitiendo mirarnos a los ojos, mirar el mar de sensaciones que fluyen dentro. Reconociéndonos en la unión que aceptamos alegre.
Bañados en las emociones que la vida nos ofrece, hogar que nadie puede arrebatar, permitimos que la noche nos conduzca hacia el encuentro de nuestro ser, fundiéndonos en un mismo corazón. Dos mentes vivientes, alimentadas por el mismo corazón, que pone ritmo en la noche.  

viernes, 24 de octubre de 2014

El camino como vía.

Desconozco cual es el final del camino, atrás quedo el objetivo, por el cual encaucé mi vida en esta dirección. Es apenas un faro que ilumina entre instantes de confusión. Instantes donde brilla en todo su esplendor, atrayendo la fuerza en un puño que golpee a la indomable vida. Mas en el fondo ya no ansío alcanzar la meta, sino atravesarla, pues en el caminar reconocí a la vida, bailando en las aguas del dolor, al calor de una fugaz estrella, mientras en su espera cicatrizaban mis heridas. No me deslumbra el semiolvidado objetivo, porque la inmensidad del paraje, por el cual transito, despertó mis dormidos sentidos, tal es así que a cada instante sólo deseo ser caminante, para seguir amando el camino, que en su sigilo nos acerca a instantes de felicidad, momentos de sabiduría. 
Son sus sendas, quienes conectan al pasajero, con la compañía de otros humanos, y en su salvaje existencia, mostrar como nos habita el universo, como siendo mota de polvo, contenemos la esencia de la vida, el don de crear. En trazando destinos cuando descubrimos que no habitamos soledades, formando parte del todo inmenso, compartiendo felicidades, con personas que apenas veremos, con humanos que se instalaran en nuestras vidas.
No sé realmente que impulso a caminar, recorriendo esta senda, por la cual me desprendí de ideas oxidadas, vaciando el desván de mi pensamiento, y recibí el amor, que antaño mendigaba, los futuros que el velo de una lógica irracional ocultó, el reencuentro conmigo, trastocando prioridades, y anteponiendo importancias a urgencias. 
No tengo prisa por alcanzar el siguiente punto de partida, me basta escuchar en la ciudad el canto de un pájaro, desear besar los labios de la amada, compartir horas de embriaguez exaltando el futuro y la amistad, dar turno de espera a quienes reclaman sus deudas, mientras muestro mis vacías manos, y late mi repleto corazón.
Camino alcanzando punto de salidas, puesto que no existen metas, a las que llegar, sino lugares donde reposar para proseguir camino, sendas que en ocasiones son creadas a voluntad de unas pisadas.
Y mientras recibo emociones que recuerden a mi mente que vivo, y ofrendas en forma de perlas de sabiduría, transitando la cotidianidad, donde compartir experiencias.
Ahora se que solo el movimiento contiene la anisada felicidad, que solo caminando sin rumbo fijo, guiado por el faro de un deseo, sin búsqueda de nada uno encuentra la vida, puesto que esta aflora del intimo deseo que guardamos. 

sábado, 18 de octubre de 2014

Atrapando el futuro.

Raudo salta mi espíritu sobre la rendija entreabierta del futuro, salta a trompicones obstáculos, y a la fuerza ensancha el hueco, para dejar entrar el cuerpo, receptor de sensaciones, emociones que ayer se escapaban tras el cristal. 
Embadurnarme con el fango de la alegría, bañándome en los charcos que la lluvia dejó en el asfalto, mientras empujo al mundo en pos del futuro que me espera, sentado al sol, en la orilla de la vida, deseando llenar su vacío de mi presencia. Lucha fratricida, donde la vida se representa a si misma, presente en el sistema nervioso que recoge sus voces silenciosas, sensaciones de existir más allá de un relato imaginado.
Veloz recorro los centímetros que me separan del paraíso informal, no ocupado aún por mi existencia, dispuesto a derrumbar muros y fronteras, pues al no tener nada que perder, solo queda ganar, obtener una vida olvidada en los anales del olvido. Una vida que supo esperarme, y sonriente me guía a su encuentro, levantándome tras cada caída.
Oportunidad de saldar las penas que se impusieron, libre vuelvo al tablero del juego, a reír con todas mis sonrisas, y llorar con todas mis lágrimas, empapar la risa de lágrimas, llenar las lágrimas de sonoras carcajadas. 
Repuesto del vacío existencial, levanto la mirada al cielo, respirando el ansia por vivir, creo caminos en los parajes que me rodean, desnudo mi personalidad, para ser abrasado por el sol y golpeado por la brisa, recordando que despierto, quedó atrás el sueño de las penas, así que todo es victoria, triunfo de un beso que desarmo las cadenas de papel. 
Un beso que recordó como el cuerpo seguía dispuesto para sentir, recorrer de sensaciones la piel erizada, insuflando de aire la voluntad adormecida. Creer en los sueños que representados en las noches cosquilleaban el alma, creador de jardines, salto por el aire tratando de alcanzar el universo, el mismo que se refleja en mi corazón.
Actos sagrados son todos los comportamientos, gestos que reconcilia a la mente con la vida, sencillos gestos que se engrandecen en su sentido de ser, y al final siempre tu mirada, y a través de ella el futuro al alcance de un beso.
Arrasaré el desierto con las semillas de mi ilusión, regando sus campos con las aguas de mis ojos, para que en el presente florezcan esperanzas que ilusionen. Moveré montañas con mi deseo de nacer cada día, y soplaré al viento lo mucho que ame. Para llenar el olvido de recuerdos, con los cuales abrigarme en los días de frío desangelado, cuando la confusión me visite. Mi verdadero tesoro, mis verdaderas pertenencias. Las cuales diseminaré por los cuatro puntos cardinales, como modo de reconocerme en el mundo, de sentir que allá donde me halle está mi hogar. 

martes, 7 de octubre de 2014

¿Donde esta la vejez?

Con 41 años desconozco si mi espíritu es joven o viejo, mas si noto que mi cuerpo no es el antaño. Aunque siempre hay una boca que por no ser besada, pronuncia la sabiduría de libro, expresando su sentencia, la cual es que el espíritu es joven, como si los años acumulados no tuvieran su importancia en el cuerpo, y las patas de gallo que aparecen, nada tuviese que ver con el envejecimiento. Yo miro mi espíritu, el cual en ocasiones se muestra cansado, en otras inquieto, mas nunca con las arrugas que surgen en mi piel.
Sentencia que ensalza la juventud, cuando la misma boca vacía cuestiona que desee ser un infante. Desconozco el extraño misterio, aún no tratado en cuarto milenio, que descalifica a quien desea ser niño, y por el cual el espíritu nunca es un infante, pero si joven. Concepto que se contrapone con el de vejez, a la cual se le atribuye actitudes de desgana, de pasividad, de aspectos considerados negativos por la sabiduría impopular. Frente al concepto joven que implica dinamismo, cual si mi cuerpo pudiera correr a la misma velocidad que hace 20 años, cuando la resaca no hacía acto de presencia, como si hubiese un motor funcionando permanentemente, motor que en algún momento desaparece.
Vivo en un estado social, desconociendo mi edad reflejada, puesto que si realizo comportamientos considerado infantiles, me reclaman madurez, la misma que se descalifica cuando actúas en consonancia a la edad biológica. Argumentando que la edad se lleva en el espíritu, obviando el desgaste del cuerpo. 
Dicen que soy joven, mas no tengo los beneficios de quienes tienen 20 años, reclamo que es silenciado con un madura. Sin saber si la madurez es del espíritu o del cuerpo, puesto que en breve comenzaré a ser una pasa.
Cierto es que no deje de ser curioso, como lo era de infante, cuando desconocía la existencia de un alma, y ni mucho menos que esta pudiera envejecer. Cuando ignoraba que el lenguaje se pudiera pervertir, de tal modo que se ajuste a un deseo a contranatura. Cuando obviaba que la madurez es el estado permanente de la juventud, época de inconsciencia y revolución hormonal. Cuando aún no aprendí que la sabiduría se adquiría con el tiempo. Curioso desconocimiento que me permitía explorar el mundo, vivir experiencia, desgastar el cuerpo a cambio de conocimiento.
Yo no sé si el espíritu es joven o viejo, conozco que el cuerpo envejece, y mi alma prosigue con la curiosidad infantil, que mira al espíritu y observa si es inquieto o pasivo, si juega con la vida o trata de domarla. 

Elijo ser yo

Vencer a la comodidad de ser enfermo, buscando soluciones cotidianas a problemas perpetuos. Escoger entre ser enfermo y persona que padece enfermedad es la elección ante la que me encuentro, cuando las dolencias invaden mi calma de hoy, la calma de ayer y amenaza con la de mañana. Sencilla elección que conlleva mutaciones de la realidad en cada instante, ser persona que convive con una sigilosa enfermedad, empeñada en paralizar el movimiento vital natural.
Requiere adecuar el hábitat, a las características personales, que impone la convivencia a la fuerza con el dolor  y demás síntomas de la fibromiálgia. Reducir las pertenencias al mínimo necesario, para sentir que habito un hogar fácil de adecuar, a pesar de los embates de la enfermedad, Regir mi vida asumiendo limitaciones, que aprenderé a sortear a medida que surgen visibles, mas nunca ceder permanentemente a sus exigencias, nunca ser esclavo de su voluntad, mediante la modificación de mi percepción, abordando dilemas que conducen a vivir en dramas o aventuras cotidianas, sabiendo que ya no necesito buscar retos que den aliciente a mi vida, porque convivo con uno en constante fluctuación entre la armonía y el desencuentro. Reto que superado refuerza el impulso de afrontar aquellos que en el quehacer diario aparezcan, confiado en hallar respuestas que permitan sortearlos.
Aprender a vivir en otro ritmo, más cercano a la naturaleza innata del ser humano, disfrutando intensamente de cada instante, desconocedor de cuando podré volverlo a repetir. Necesaria actitud que será amenazada cada día por la presencia insistente de síntomas incómodos, que buscan nublar mi mente, dificultando mis progresos, y ante los cuales no queda más que mirar internamente, esperando que se revele la verdad de momento presente, el modo de eludir las tentaciones que la fibromiálgia propone.
No ser enfermo, categoría que justifica la inanición, ante reales argumentos falsos, porque la voluntad, puesta a prueba constantemente, siempre es más fuerte que el mareo o el agarrotamiento de mis músculos, es paciente y sabia en la experiencia, logrando derribar las fronteras que parecen infranqueables. No ser enfermo, trampa que conduce a la dependencia o la soledad, sino persona activa aportando granos de felicidad, que no son robados por síntoma alguno. No, No ser enfermo porque la persona que vive en mí, sueña y desea esperando cumplir los sueños deseados, escogiendo en libertad interna, el modo de afrontar el reto de emprender la aventura cotidiana, que alcance lo anhelado, arrastrando por el río de la vida a la enfermedad que de mí se enamoró. 
Y aunque halla días que las fuerzas se agotaron, esperar a regenerarlas para el próximo mañana, esperar en brazos de quien me acompaña, o soñar con nuevos universos tumbado, pero nunca en una tragedia obligada, en un desgarro de sufrimiento, pues la vida siempre vence, incluso en situaciones adversas.
No soy enfermo, que doblegue su necesidad de libertad, a manos que conduzcan mi persona, asociándome a su realidad, y no es que no guste ser acunado de vez en cuando, sino que al amor que me ofrecen han de ser revulsivo para mostrar un cariño compartido, siendo mis manos portadoras de cuna también, siendo mis oídos refugio de confusión, acompañando en igualdad diferenciada, a quienes conforman mi red vital.
Llorar cuando parezca que la impotencia se impone, como medio de limpiar la mirada, y descargar el corazón, siendo de este modo como lograré ver otra opción, otro paraíso donde retozar, llorar como humanamente corresponde, para permitir entrar la sonrisa, que espera su turno. 
Reír cada vez que se triunfó sobre un dolor insistente, cada vez que se compartió un festín, a cada instante que la existencia es atravesada por el goce de vivir, por los afectos que reconocen mi ser, la parte humana que habita tras todo dolor y categorización.
No deseo ser altar para consuelos, sólo consolado en días aciagos, ni retablo donde volcar piedad, sólo la compasión que nos una en human existencia. No seré podre incapaz, puesto que siempre podré ser fruto de un esfuerzo, de un deseo que me iguala al mundo, no llenar de justificación la existencia, abordando ilusiones y desesperanzas por igual, como persona que soy, unida a un constante reto, una enfermedad invisible que muta oculta a los ojos.
Elijo ser yo, ser que feliz, en una aventura cotidiana, elijo ser persona como don con el cual nací, y al cual se dedicaron en mi crianza, inventando realidades que confundan a los síntomas, ser compañero de viaje, que sincero expresa lo que siente, y sin miedo solicita lo que necesita, para en comunión compartir nuestras presencias.

lunes, 6 de octubre de 2014

Ser la entrega más gozosa.

Llegar a tu mirada, incluso cuando esta parece cansada de mirar, reflejando el cansancio de su alma, la confusión que a veces la vida aporta, es lo que pido cada día. Llegar a tus manos, sintiendo tu corazón latir, mientras escucho a tus labios, los mismo que deseo besar, es lo que anhelo. Llegar a ser consuelo para el dolor cotidiano, entregando mi alegría a cambio del desanimo, hasta ver brillar tu rostro es mi esperanza de hoy. Ofrecerte mi ilusión, con la esperanza de que te permita proseguir libre, de permanecer en tu esperanza, gozando de la existencia, es lo deseo. Amarte siempre, a cada instante, en cada tiempo verbal, es lo natural para mi alma, una vez que te reconozco, llenándome de tu presencia, no habiendo mayor satisfacción para un corazón enamorado.
Sentir las dudas por mis actos, en la seguridad de lo que deseo, que no es más que tu bienestar, ser ladrillo en la catedral de tu felicidad, me basta para vivir con satisfacción, para escoger el sentido más sublime que la vida expone. La entrega que permite reconocerme, mientras mi mente sale de mí, sabedora de ser parte de un todo que me embellece, entrega gratificante que convierte al ego en insignificante, para fortalecer un ser completo en sí. 
Ser pañuelo que guarda tus sentimientos, quedando bordados por tus dedos, enriqueciendo el telar blanco con el arco iris de tu sonrisa, es el misterio nunca soñado, la abundancia de la cual nadie habla, el reconocimiento más bello que nadie puede esperar.
Convertir el sacrificio en generosa entrega, goce de vida que a tu lado descubro, transformando el esfuerzo en gratificante goce, juego donde todo se esconde, para ser revelado en la alegría, reconduciendo la tragedia inventada en una real comedia, de final incierto, abierto al sueño diario. Es en definitiva descubrir que la vida es un extraordinaria aventura cotidiana.
Amarte se convirtió en el origen de la mi existencia, puesto que tras el amor que te proceso, le sigue la esperanza, la ilusión, la fe un sí, la confianza abandonada, la vida en su plenitud. Y añadiendo tu cariño se muestra una vida gozosa. 
Amarte siempre con la intención de verte relucir, de contemplar tus logros, alcanzando un goce que embellece aún más tu espíritu, reflejado en tu cuerpo. Amarte siempre a cada momento, en cada situación, no en acto egoísta, sino en entrega gozosa, para que escoja aquello que puedo aportar a tu bienestar.
Resucitar cada día, desde que te reconocí, compartiendo cafés, o conversaciones, semilla que crece, atrayendo la lluvia que convertirá mi desolada piel en un jardín. Reaprendiendo a hablar con palabras sentidas, llenas de sentido, para rozar lo que siento.
Amarte es la experiencia cumbre más transformadora, el sentido más pleno que pudiera vivir, el compromiso más sincero que puedo establecer, buscando ser un grano que permita ayudarte a tu felicidad.

domingo, 5 de octubre de 2014

Reconociéndose

Perdidos en el tiempo logramos reencontrarnos, en el último tramo del camino, parcos en palabras bastó una mirada, y conversar sobre el tiempo. Enfrentados pared contra pared, logramos atravesarlas derribando los muros a golpe de gritos, de este modo convivimos en la vejez del tiempo, compartimos la soledades, que bien pudimos evitarnos. Sangramos el dolor, dejando su aroma por los rincones de nuestra memoria cortocicuitada, mientras en silencio añorábamos de las caricias abortadas. Añoranza tramposa, reclamando lo que faltaba, ocultando lo que vivimos, enseñanzas practicadas, ante la ausencia del reconocimiento, que en sus últimos segundos se le otorgó. Peleas de amor, lograron que nos mantuviésemos unidos, estableciendo las treguas necesarias para sanar el tiempo enfermo. 
Las ausencias tan presentes, cobraron cariz de vida, en el preciso momento que fuimos conscientes de ser ramas del mismo árbol, sueño de antepasados que contiene otros sueños para cumplir con el destino. Que nos mantiene la misma savia, que se alimenta del abono desechado, la misma madera estilizada, que resistió los embates de plagas históricas. En ese festín de lucidez que conectó nuestros pies con el camino añorado, de nuestros ancestros. Descubriendo que uno en dos, dos en uno somos, no existimos por separados, siendo el mismo deseo, disfrazados de distintos modos, necesidad que nos alimenta.
Existir por una imaginación convertida en deseo, imperfectos hemos de rellenar el barro que nos falta, escogiendo el preciso barro que nos configura. Dos corazones latiendo en un único latido, sintiendo los mismo recuerdos, en estallidos de alegrías que libera del sufrir. Misma luz que dota de particular la colectiva mirada, los destellos del pasado que siempre nos alcanza, reuniendo lo separado en una comprensión de lo existente, cuando las palabras son un estorbo.
Todo en el último tramo de nuestra existencia común, cuando el tiempo ya no avanza, en espera de la despedida, del reconocimiento mutuo, en reducido espacios donde caben el universo.

La voz del silencio

Expongo la voz del silencio, el reflejo del alma, la ausencias y vivencias que componen el mapa de mi existencia. Desmenuzo la materia para hallar los componentes esenciales, elementos que combinados me describe, creándome, a cada golpe de despertares. 
Voz nacida del imprescindible silencio, sin el cual no es posible contemplar el sentir humano que me habita. No son heridas, las reflejadas, sino dulces de emociones exponiendo sobre el lienzo, lo oculto a los ojos, verdades particulares compartidas con viento, que quizá arribe a tus oídos. Diálogos con tu existencia, aún cuando no vea tu presencia, ni conozca tu nombre, diálogos surgidos en los avatares de la vida personal.
No soy ilustrado en teorías, mas si versado en mi vida, reintepretada en crisis vivida, percibida como indisoluble de mi esencia. No creo cátedra ni compongo sistemas universales de conocimiento, más bien aligero el peso de experiencias, para proseguir camino ligero, ya que aunque duerma bajo techo, en verdad no poseo casa alguna, ni necesito ya más techo que mi imaginación, hija de los sueños que me atreví a tener, algunos de los cuales me esforcé en vivir. Así que no busco dar clases magistrales, puesto que deje abandonado el innato deseo cultural de ser profesor del todo, partiendo de lo mínimo, de una limitada experiencia propia, importante para existir, innecesaria para describir la vida, tarea inabarcable por lo cual escogí bañarme en sus aguas, simplemente.
Mi voz no es solitaria, aunque necesita de la soledad para surgir, y ser preñada del sentido real que vivo en mi alma. No es vacía, sonidos que se confunden con el ambiente, porque posee un sentido interno que me refuerza en las debilidades y tentaciones de grandeza, una razón de seguir existiendo cuando todo parece un absurdo, una incomprensible broma, un sin sentido del motivo de la vida, y su insistencia en existir. Es la voz que recoge los últimos estertores de otras voces que languidecen, es la voz de los recuerdos, complementando la imagen que se visualiza en la mente, es una voz emotiva siempre. 
Es la voz quien decide rasgar el silencio, impulsando el deseo de exponerla al mundo, no es mi voluntad temerosa del silencio, quien derrocha compulsivamente sonidos. Así en los silencios prolongados, centro mis energías en experimentar la existencia, sin afán de comprender, sólo de jugar con la vida, hasta que la voz haga acto de presencia.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Cuesta mantener el equilibrio.

Precario equilibrio sostengo, luchando contra las fuerzas que merman mi ánimo. Agotan mi espíritu, en una desolada escena, donde desfilan todos los actos que emprendí, para salvar el culo que por momentos se moja, en las lágrimas que no sentí por mi rostro. Acciones entre lo absurdo y la genialidad, impulsos entre la calma y la desesperación, ascendiendo por esperanzas, que descienden a la desilusión. Salvaguardo mi confianza, mis energías para alcanzar una rendija por la cual escapar del estupor de hoy, albergando ilusiones que parecen esfumarse, confianza en la perdida de fe, sobre un mundo no cruel, sino indiferente. Un revés tras otro, rozando el maná que nunca desciende, mientras se pierde    la seguridad económica, y material, relegando el espíritu a manos necesarias para sostenerse. 
Cuesta mantener la firmeza cuando no hay pared, ni espada, sino la nada devorando el mundo que me habita. Cuesta proseguir, aunque no queda más remedio que mantener la pelea, tratando de romper las barreras, que sólo permiten oler los logros deseados, la tabla de salvación que permita mantener mi hogar, último reducto que no puedo perder. Cuesta mantenerse, cuando empujas con fuerza tu voluntad, desgastando energías, sin las cuales no recoger esperanzas e ilusiones.
Preguntarse si todo lo que permanece en espera, llegará a tiempo para revertir mi precario equilibrio, ser la medicina que revertirá la enfermedad, si seguiré refugiándome en mi hogar, o alcanzaré a llorar de alegría, desahogando tanta ilusión y frustración acumulada. Preguntarse si estaré a tiempo de descansar en mi seguridad lograda, si dejaré de vivir rachas de culpa, y eliminaré la rabia que inunda mi cuerpo en ocasiones. Preguntarse como lidiar con la frustración, cuando recibes consejos y escasos hombros donde apoyar la cabeza. Preguntar sabiendo que no habrá respuesta, al menos inmediatamente.