domingo, 5 de octubre de 2014

La voz del silencio

Expongo la voz del silencio, el reflejo del alma, la ausencias y vivencias que componen el mapa de mi existencia. Desmenuzo la materia para hallar los componentes esenciales, elementos que combinados me describe, creándome, a cada golpe de despertares. 
Voz nacida del imprescindible silencio, sin el cual no es posible contemplar el sentir humano que me habita. No son heridas, las reflejadas, sino dulces de emociones exponiendo sobre el lienzo, lo oculto a los ojos, verdades particulares compartidas con viento, que quizá arribe a tus oídos. Diálogos con tu existencia, aún cuando no vea tu presencia, ni conozca tu nombre, diálogos surgidos en los avatares de la vida personal.
No soy ilustrado en teorías, mas si versado en mi vida, reintepretada en crisis vivida, percibida como indisoluble de mi esencia. No creo cátedra ni compongo sistemas universales de conocimiento, más bien aligero el peso de experiencias, para proseguir camino ligero, ya que aunque duerma bajo techo, en verdad no poseo casa alguna, ni necesito ya más techo que mi imaginación, hija de los sueños que me atreví a tener, algunos de los cuales me esforcé en vivir. Así que no busco dar clases magistrales, puesto que deje abandonado el innato deseo cultural de ser profesor del todo, partiendo de lo mínimo, de una limitada experiencia propia, importante para existir, innecesaria para describir la vida, tarea inabarcable por lo cual escogí bañarme en sus aguas, simplemente.
Mi voz no es solitaria, aunque necesita de la soledad para surgir, y ser preñada del sentido real que vivo en mi alma. No es vacía, sonidos que se confunden con el ambiente, porque posee un sentido interno que me refuerza en las debilidades y tentaciones de grandeza, una razón de seguir existiendo cuando todo parece un absurdo, una incomprensible broma, un sin sentido del motivo de la vida, y su insistencia en existir. Es la voz que recoge los últimos estertores de otras voces que languidecen, es la voz de los recuerdos, complementando la imagen que se visualiza en la mente, es una voz emotiva siempre. 
Es la voz quien decide rasgar el silencio, impulsando el deseo de exponerla al mundo, no es mi voluntad temerosa del silencio, quien derrocha compulsivamente sonidos. Así en los silencios prolongados, centro mis energías en experimentar la existencia, sin afán de comprender, sólo de jugar con la vida, hasta que la voz haga acto de presencia.

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