jueves, 29 de agosto de 2013

La noche

Cierra los ojos el sol, apaga la luz, dejando farolillos en la bóveda celeste, destellos que acompañan en la negrura. Descansa el sol, a la par que despierta mi sugerente subconsciente, al albur del adormecimiento del día.
Sombras cubren en el atardecer, manto que se extiende acallando los sonidos que el día trajo. Silencio que devora las voces, los motores, y demás sonidos que dieron vida al día.
Añoro las horas donde todo parece quedar detenido, momentos donde converso con mi cansado ser, tiempo de imaginar otros días, otras oscuridades, y  libero mis sombras, que danzan a su ritmo, rodeándome. 
Añoro su compañía, cansado ya del trajín de un mundo que se deshilacha y no hay sastre que lo cosa, aunque en oposición se postulen conocidos y oportunistas, deseosos de fama y quienes desean aprovechar para imponer su estilo. Me cansa evitar sus descosidos, figurar en equilibrio sobre hilos que me sostienen, en estática figura. Me cansa los colores que tiñen de oscuro o luz los telares que llaman a difuntos.
Ansío el reencuentro con el silencio que los faroles alumbran, y encerrar en el cajón todo razonamiento, sintiendo el hueco que será ocupado por sueños que me niego a disfrutar en el dormir. Pues su compañía fragua calor que comparte en la solitaria existencia de la noche.
Ansío vivir el instante más bello de las veinticuatro horas, donde no necesito reclamar la presencia de la felicidad, pues coge mi mano, y besa mis labios, iluminando con tenue luz las sombras que desvelan saberes, que modelan mi mente, mi ser, transformándome en misterio que he de desvelar, a lo largo de día.
Bello momento donde no necesito argumentar el motivo por el cual camino, y deslizo mis descalzos pies por alfombras que se amoldan a mis pasos, sienten el cosquilleo del aire, llenando de sensaciones que no provienen del cielo, sino de la madre tierra.
Bellas horas donde todo es posible, y más vivo me siento, allí donde deshago para arar y replantar nuevas esencias que la siguiente noche saborearé. Horas donde todo es dado porque si, y no hay oraciones, ni reclamos, siendo el acto de vivirlo la prueba mayor del agradecimiento.
Horas de absoluta libertad, libertad que se expande a golpes del deseo, deseo que brota del ser, ser que disfruta con existir, existencia que alimenta la vida. 
Libero la pesadumbre que ante la luz recubre nuestra voluntad, y extiendo los brazos que son acogidos por el aire, el mismo que respiro, dejando anclado el cuerpo, vuelo más allá de las paredes donde guardo refugio, y veo otros mundos, mundos que esperan su llegada, y veo tus manos agrietadas, y la sonrisa que descarada muestra la ausencia de dientes, y el achinamiento de ojos que defiende la expresividad de la alegría de vivir, de afrontar los retos, de curtirse con la dureza del mundo, y salir vencedor, y llenarse del amor por la mía terra, por la mar, por la montaña que me alza.
Y siento las manos de quien no posee acumulación de conocimientos, mas desborda sabiduría que descubrió en cada acto que la vida le forzó a ejecutar, almas que no gritan injusticia, sino que afrontan la vida tal cual llega, mirándola a la cara, levantándose en derrotas, disfrutando pausadamente en victorias. 
Y las brujas preparan brebajes en aquelarres, que al trago rompen en pedazos la realidad, irrumpiendo otras verdades, otras realidades, otros mundo que habitan en uno.
Selvas que atravieso, ríos que cruzo, montañas que escalo, mares que navego, desfilan en el silencio pacífico de la noche, en los momentos que olvido la existencia del tiempo.
Llega mi hora, llega mi oscuridad, mi silencio, mi despertar. 

miércoles, 28 de agosto de 2013

El día de hoy se encubre en nebulosa, no sólo por las lágrimas del cielo que empañaron mis ventanas, ni el tapón que ofrece las nubes filtrando la luz del sol. Que aunque ayudan a dar sensación de cuento de hadas, no son el origen de la espesura  que envuelven a mis pies, ni de la aceptación de la derrota, que aleja los frentes que rodean mi existir por este desierto de hormigón y asfalto. 
Permiso que logro para abandonar la periferia de la autovía, el arcén por el cual me vi forzado a transitar, procurando penetrar en la vía, por la cual circulan otros seres, otras almas dolientes. Permiso que se obtiene en un trueque de rendición, ofrezco mi renuncia y aceptación de exclusión, para transitar por el verde campo que a mi derecha se expande.
Así transito la ciudad que me acoge, alejado de miles de malos augurios, puesto que fui de los primeros en caer en batalla, ignorando discursos que culpan al individua por no saber actuar en la sociedad que le correspondió, que justifican sus actos pregonando que el dolor es culpa tuya, discursos individualistas, de los cuales me cansé de ver y escuchar. Como me cansé de ver y escuchar los discursos gregarios que pretenden que renuncien a quien soy, para formar parte de la masa informe que alguna mente prerclara guiara.
Acepto ser un extraño en un mundo enloquecido, entre guerreros sin sentido, y silencios cómplices, entre quienes ven exclusivamente bellos amaneceres, y no afrontan el dolor que al lado llega, porque no hay ganas de escuchar, y con simplemente oír conforman la vida. Ausencias de compromisos y responsabilidad, ausencia de autocrítica. No en el día que comienza el declive del verano, y la berbena se instaló en mi ciudad, me reconozco extraño a la jauría de gritos que en mayor o menor medida imponen voluntades, encajes de un mundo que se ajusta a sus necesidades, pretendiendo actos de fe en las manos que sujetan mi piel,cuando necesito exponer mi vida, vaciarme para encontrarme, sin que nadie ofrezca solución alguna, pildora que resuelve el dolor, camuflándolo.
Hoy asumí la imposibilidad de vencer y abandoné mis armas para vivir mi vida, aquella que me pertenece, aquella que no me exige renunciar a mi persona, y acepta que compartamos experiencias y nos comprometamos en construir un espacio de convivencia. Pudiendo discrepar sin ofender. Mas no encuentro aún dicha tierra prometida, dicho encuentro con personas extrañas, que en definitiva son las auténticas, aunque sigo su rastro, oigo el eco de sus emociones, y huelo la brisa de la esperanza, que se sitúan al margen de un constructo oficial.
Hoy  que me derroté, dejé la culpa, y la fusta la quemé, sentado en el patio de un agradable café, donde leí, mientras la cafeína inundó mi sangre. Regresé a mi casa, oteando las calles, reconociendo los rincones donde compuse retazos de mi existencia. Hoy pude vivir en otro mundo, sin de dejar de transitar por este.

martes, 27 de agosto de 2013

En noches como esta.

  • En noches como esta me enamoré, llenándome de deseo por compartir experiencias. En noches como esta lloré la ruptura de amores eternos, o soñé con vidas ilusionantes. En noches como esta contemplé el cielo buscando respuestas a dilemas cotidianos, o esperando la calma perdida. En noches como esta sentí el peso de la muerte, de quienes marcharon definitivamente. En noches como esta compartí camaradería en los montes, mostrando secretos y rincones del alma. En noches como esta no pude conciliar el sueño, y esperé el amanecer acompañado de su silencio. En noches como esta, donde las estrellas están tras la luz artificial, descansaba de adquirir los conocimientos exigidos por maestros. En noches como esta amé y fui amado, procurando alargar su presencia. En noches como esta viví confluencias de emociones. En noches como esta, reviví el camino vivido, conversando con la desesperanza, la alegría, la ilusión, buscando los sentidos que permite mantener la vida. Porque en noches como esta nací.
  • Recuerdos de ella, cuando menos espero, cuando menos sentido cobra, en apariencia, para mi. Mas no son recuerdos de lo vivido, sino evocaciones de posibles experiencias que no viví junto a ella. Parecía una historia que falleció antes de de consolidarse, pero llega en estos instantes de silencio, de quietud, de espera. Surge ella, acompañando deseos que no vivo, o posibilidades que pudieron ser.
    Dudo, entre la extrañeza de su presencia en mi mente, paralelamente a mis ojos empañados, si es la añoranza de un deseo insatisfecho, o la pena por no culminar en un compromiso afectivo.
    Afloran recuerdos de hijos que sólo nacen en mi mente, de apoyo mutuo en los avatares de la existencia, del reencuentro que fue fugaz. Los te quiero que llegaron como ecos lejanos, y cuestión de sentir que pude equivocarme, o la otra sensación de observar lo que nunca satisfice. Sentimientos pendulares instalados en mi la ausencia de sueños olvidados.
    Pero en estos días reaparece el recuerdo de ella, y como una nebulosa clara, expresa las puertas que entreabiertas permitían cambiar el rumbo, y ahí confluye la voces que que encienden las dudas del motivo de su recuerdo, más concretamente de su imagen, que alumbra los otros recuerdos, aquellos que no existieron, salvo como deseos que no logré cumplí. Porque los hijos que recuerdo no nacieron, y las noches de compañía no las viví.
    Y la gran duda es si su presencia es fruto de la circunstancias en las que vivo, y mediante enigmas del subconsciente expresa verdades, que de otro modo serían negadas. Cabe que sea un capítulo no terminado, y un deseo no culminado.

Negándome

  • NO, es el sonido que más oigo, en respuesta a mi débil empuje de proyectar una diluida voluntad, empeñada en soportar la construcción de un ideal, de una solución al hastío destructivo. Y NO es el grito que más me rodea, sentencia de realidad, negación de otro mundo, que se vocifera o esculpe en el espíritu. No es lo que se dibuja en el paisaje desolado en apariencia, negación del sol que alumbra las derruidas casas. Derrumbes que permite iniciar hogares nuevos. Y aunque en ocasiones observo lo oculto, los caminos que pueden liberar del laberinto, y lo expongo, en el silencio de las respuestas quedan un NO, un NO que niegan posibilidad de contribuir a la riqueza de su empresa, un NO que niega apostar por una nueva forma de relacionarse, de ser y vivir feliz. No es la palabra que más se pronuncia, y cuando se le cuestiona, golpean que el origen del NO, la inamovible realidad, última pantalla de la inmovilidad personal, intuyo. No empapando la voluntad que casi fallece por envenenamiento de realidad, que cedió al brutal empuje del NO. Y sin embargo mi deseo guardo cuerpo en esporas que pudieran resistir al holocausto de los sueños, y ahí permaneció, aflorando en ocasiones para recordar que no había desaparecido, para iluminar caminos enterrados en el polvo del NO, sentir el palpitar de la vida que recompone la voluntad herida. Confiar en poder arrasar el NO, aun cuando el camino emprendido termine en callejón sin salida, saber que busco alternativa a la muerte de la inteligencia, que adormece lo humano. Derrumbar sus trincheras del NO, hasta confluir en otra verdad, en otra vida que niegue la absoluta realidad, venciendo al NO. Por mas que me nieguen, poder reconocerme, y respirar un SI, millares de SI.
  • Remueve mi cuerpo una ausencia de sueño, que abandono el estado de cansancio. En una noche cerrada, oscura que trae brisa fresca, mientras se tensiona la mente, y agota la mirada. No existe razón consciente para este estado de vigilia agotada, de espera del sueño perdido. El silencio trae sonidos de pensamientos rebeldes, estados emotivos responden alocadamente, y mi cuerpo no logra reposo.
    Las flechas de los deseos se clavan en mi voluntad exhausta. ¿Cuánto tiempo transcurrido de inmovilidad vital? ¿Cuánto tiempo de búsqueda y acción para no sentir movimiento alguno? Parece que todo desea ser revelado de forma brusca, desequilibrando la estabilidad aparente.
    Indefenso y expectante dejo que el tiempo transcurra y lo oculto decida sus pasos, muestre su rostro, y pronuncie sus sentencias.
    Mañana vagaré y queda confiar en mi sabiduría desconocida.
  • Es necesario desear, necesario para la existencia sentir deseos, sin los cuales no existirían los sueños que impulsa a construir una vida. Ni configuraríamos vidas familiares, ni escogeríamos nuestras profesiones. Es licito y necesario desear. Llenarse de la pasión por vivir tal cual aflora en nuestro interior, tal cual imaginamos, y dejarse llevar por las cataratas de emociones que conlleva vivir un deseo, una pasión que anido de algún modo y que sin ella no logramos sentir en plenitud la vida.
    Desear en libertar, y aferrarse, que es el gran peligro, atarse a un deseo renunciando al resto, pretender que se desarrolle con excesiva meticulosidad, en un autoengaño que conduce a escalas de sufrimiento evitables. Puesto que no todos los deseos se cumplen, ni todos se desarrollan al orden de ya, pare si todos nos ilusionan, no aportan experiencias, y mantienen una comunión con la vida. Comunión que rompe el aferrarse a la posible existencia de un deseo, hasta el punto de identificarlo como la fuente de la vida, cuando en realidad son la chispa de la vida.
    Es necesario buscar que se cumpla el deseo, manteniendo la calma al saber que no ha de ser así, o una vez satisfecho esperar a que aflore el siguiente deseo, y mientras tanto consumirlo sin reservar nada.

Desperta a la vida

  • Hay momentos en la vida, que todo se para, se silencia, incluso esta nos olvida. Nos recluye en un espacio tapiado para que berreemos toda frustración, mas no actúa a nuestros esfuerzos. Inicialmente empujamos los muros que nos retienen, actuamos desenfrenadamente, buscamos trabajo si lo hemos perdido, buscamos a la pareja que nos abandona, negamos estar enfermos a pesar de los dolores que se sienta, negamos la soledad que nos rodea, pretendiendo llevar una vida que ya no nos acepta, que ya no podemos llevar, y así un día sentimos caer en un pozo, y soltamos la batería de justificaciones, de rabia, de incredulidad, y ocultamos la confusión, que sí sentimos.
    La vida prosigue y uno sólo la ve pasar, imposibilitado para sentir ni siquiera el roce de su piel, manteniéndonos olvidado.
    Y en la confusión y la aceptación incondicional del derrumbe de un mundo comenzamos a ver, a mirar en las profundidades de nuestra personalidad, en las heridas que obviamos, en el niño que fuimos, en sus deseos que perdimos, y descubrimos en el espejo que hace mucho que no observaba el rostro, el rostro que no reconozco. Y otro día sientes un ligero dolor y te preguntas desde cuando no sentías tu cuerpo. Y mundo prosigue, sin uno.
    El proceso es largo, tanto como el polvo acumulado en los olvidos de si mismo, y a veces surgen chispas que alientan un poco el espíritu, pero no al cuerpo, ni a la vida que ignora los esfuerzos, y cuando compruebas que sólo es un fogonazo, te deprimes y desesperas, arrancando con furia todo enfado acumulado, toda furia ante lo que se considera injusto. Volviendo a mirar a si mismo, metafóricamente y literal, puesto que tu rostro busca refugiarse en el pecho.
    Así transcurre otro tramo, en la dinámica de chispazos, y decepciones, hasta que un día, hastiado de la etapa, habiendo sorteado el pánico a vivir, o caer en el inframundo, leyendo, o escuchando un documental o una canción, compruebas que la nitidez en tu mirada ha aumentado, hasta el punto de reconocer que los chispazos son los dones, o sueños o deseos que quieres cumplir. Compruebas que tras dar mil vueltas a tus pensamientos, sientes como todo se allana, se clarifica, se simplifica, y coincide que dejas de vestirte con etiqueta alguna, y juegas con tu niño, origen de la sabiduría personal, y tu cuerpo ya no se mueve pesadamente, y notas el latido del corazón, sus pulsaciones, y confías en la vida, descubriendo que a veces hay que frenar y cual águila que se renueva desde el pico, hasta el pelaje, y tenemos que renovar el alma, el corazón, la menta para proseguir viviendo con intensidad la vida, que comienza a anunciar su invitación a su festín.

Mirada profunda, sonrisa puesta, dignidad protegida.


  • Paseaba con su sonrisa puesta, en un día soleado, por calles llenas de vida, niños jugando en los parques, madre conversando, terrazas repletas de gargantas sedientas, sed de líquido, sed de compañía, donde expresar su necesidad de vociferar la frustración, la alegría, el amor, o evadirse de aroma a sulfuro desprendido por una realidad incomprensible. Y sobre todo necesidad de comprender, no ya la vida que fluye, sino el mundo que de golpe perdió los sueños que cada persona cuidó con mimo. Y entre revelaciones y ocultaciones las horas transcurren.
    Pasea oteando cada rincón del barrio, admirando la belleza de cuerpos humanos, y los gestos de humanidad generosa que todavía se ofrece. Observando con el hambre de compartir el espacio junto a otras vidas, desentrañando sus motivaciones, buscando respuestas en cada gesto u expresión del resto de personajes. Mirando en profundidad, con la esperanza de encontrar sentido a su vida, y evitar recuerdos recientes de duchas frías por falta de pago, de búsquedas infructuosas de algún trabajo, mientras se lucha por mantener la dignidad, y inflar la esperanza, por ilusionarse gracias a lo que halla en el paseo diario.
    Por suerte o gracias a su voluntad, la mayoría de los días halla un sentido a sus circunstancias, aunque en ocasiones le brote las lágrimas, encuentra una esperanza que rastrea nuevos caminos, y aunque lleguen a callejones sin salida, lo que importa es que mantiene su sonrisa y la mirada encendida maquinado respuestas nuevas que de sentido a su vida.
    Por ello sigue soñando, cuando no se extasía con los juegos infantiles, o las caricias de amor, o se le enciende el corazón, cuando una idea nueva aflora a su mente. Y vive las frustraciones, unas veces con rabia, otras rozando la rendición, otras simplemente aceptándola, porque ha de salir a pasear con su mirada encendida, y su sonrisa puesta, en días soleados, o días nublados, o de decidir en que gastará los dos euros diarios presupuestados para comer.
    Luego cuando regresa a casa, teme que le corten la luz, y busca reunir dinero para pagarla ya casi al final del plazo, e incluso en los días mejores sonríe ante la perspectiva de una rutina desarrollada para sobrevivir, y llega a decirse aún sigo vivo, y recibo la ayuda necesaria para mantener la embarcación, pero desea depender de la caridad, porque su orgullo le dicta que sus manos aún pueden ser utilizadas, y si no fuese así considera que el compromiso del estado ha de ser cumplido, pero no quiere caer en las garras de la caridad.
    Y cuando siente que el cuerpo se tensiona, que su cabeza esta a punto de ebullición, brotan palabras que plasma en fondo blanco, suelta lo que no pudo volcar en oídos amigos, ya sea por no preocupar, o por que no sintió que se le estuviese para escuchar. Vuelca su voz silenciosa, y así libera la presión que dificulta su sonrisa y su profunda mirada, aún a costa de su sueño, en estados racionales o poseso, vuelca con rabia, o esperanza, y teclea cada letra que absorberá el universo paralelo del ciberespacio, donde siente a veces que ha de sortear panfletos propagandísticos, otras le reconforta algunos eslogan.
    Prosigue su paseo, el encuentro mudo con otras personas, saludos a conocidos, sonrisa y mirada brillante, cabeza alta, pensamiento en aquello que corresponda según el ánimo del día, según el impacto de la realidad en sí, protegiendo su dignidad, cuando siente que es lo que queda.
Fui lágrima en tus ojos
carcajada en tu sonrisa
ternura en tu caricia
confusión en tu emoción
coraje en tu acción
luz en tu mirada
dolor en tu protección
amor en tu ser.
Fui cariño en tu despedida
reencuentro en el final
sentido en tu vivir
valor en tus dudas
entregándome saberes que no guardan libros.
Fui tu sueño
ilusión que te levantó en tropiezos,
razón por la cual caminar en lo desconocido,
cuando decidías ser mi compañía en el vacío.
Puntal en mi anuncio de derrumbe,
manta en el frío de la noche,
permaneciendo ante la zanja de silencio,
construyendo puentes
amando con las herramientas que poseías.
Preferístes ser sordera ante reproches
tendiendo manos en días de ceguera,
puesto que fui el fruto de tu soñar.
Y ahora me dejastes tus sueños,
envueltos en recuerdos,
donde hallar elementos para vivir.
Ahora que sólo queda tu esencia,
siendo llanto en mis lágrimas,
esperanza en mi confusión,
ilusión en mi soledad,
atrevimiento en mi desconocimiento,
amor en tu cariño,
sabiduría en tu adiós,
lección en tu práctica de vida,
voz en mis palabras,
renacimiento a la existencia
que espera mi por venir
para teñir el vacío de colores.