Recuerdos de ella, cuando menos espero, cuando menos sentido cobra, en apariencia, para mi. Mas no son recuerdos de lo vivido, sino evocaciones de posibles experiencias que no viví junto a ella. Parecía una historia que falleció antes de de consolidarse, pero llega en estos instantes de silencio, de quietud, de espera. Surge ella, acompañando deseos que no vivo, o posibilidades que pudieron ser.
Dudo, entre la extrañeza de su presencia en mi mente, paralelamente a mis ojos empañados, si es la añoranza de un deseo insatisfecho, o la pena por no culminar en un compromiso afectivo.
Afloran recuerdos de hijos que sólo nacen en mi mente, de apoyo mutuo en los avatares de la existencia, del reencuentro que fue fugaz. Los te quiero que llegaron como ecos lejanos, y cuestión de sentir que pude equivocarme, o la otra sensación de observar lo que nunca satisfice. Sentimientos pendulares instalados en mi la ausencia de sueños olvidados.
Pero en estos días reaparece el recuerdo de ella, y como una nebulosa clara, expresa las puertas que entreabiertas permitían cambiar el rumbo, y ahí confluye la voces que que encienden las dudas del motivo de su recuerdo, más concretamente de su imagen, que alumbra los otros recuerdos, aquellos que no existieron, salvo como deseos que no logré cumplí. Porque los hijos que recuerdo no nacieron, y las noches de compañía no las viví.
Y la gran duda es si su presencia es fruto de la circunstancias en las que vivo, y mediante enigmas del subconsciente expresa verdades, que de otro modo serían negadas. Cabe que sea un capítulo no terminado, y un deseo no culminado.