domingo, 31 de agosto de 2014

En cada instante la vida

Por momentos saboreo el placer de contemplar el mundo, observar los recuerdos acumulados, y sentir la nostalgia de la infancia, mientras mira tras las ventanas, extrañando compañía que resurgen en la memoria. 
Paseo sin rumbo fijo, llevando en mi pensamiento las últimas sensaciones, compartidas en tardes de café, entre sonrisas y palabras de aliento, momentos de mera satisfacción, que pinta con un cariz de sentido la vida.
Regreso a un hogar ansioso por recibirme, sentándome en mi butacón, donde escribo mi sentir, anocheciendo en otoño, donde el calor acompaña para ensoñar. Repaso mi correo, y preparo mi nuevo amanecer, embargado de un placer calmado, que permite saborear la existencia.
Converso con amistades, para que mi soledad sea en cetro de ser acompañado, amistades que hace tiempo no contactamos, queriendo saber sobre sus vidas, confesando el discurrir de la mía, fortaleciendo el vínculo que nos une, ya sea en bares, o mediante internet.
Soy amado por mis intimidades, que lucen en la voz de mi gente cercana, personas que atraviesan las verjas de mi persona, aceptando quien soy, sin negarse a cuestionar afectuosamente aspectos que consideren que me dañan, manteniendo la cercanía en el próximo mañana. Manos abiertas que nunca se cerraron, aportando su creativo acompañamiento, y sin las cuales no tiene importancia las alegrías de mis triunfos.
Amo sin preocuparme, al cielo que me mira, en la desnudez de mi alma, y recibo infinitos besos y abrazos, cada uno diferente, que al desayuno recuerda la importancia de vivir, y salgo al trabajo revestido de una armadura de paz, construyendo jardines para que mi semejante florezca a su antojo. Amo el encuentro de los ojos capaces de reflejar mi persona, y sentado en el diván de sus brazos, relato el cuento vivido. Volviendo a saborear el mundo entero.
Calmo mis pasos, para vivir sin prisas, con la justa intensidad, los quehaceres del día, ser parte de su corriente, confiando en llegar a buen puerto, dejando mis huellas en su pavimento. Me relamo tras comer en su regazo, distinguiendo cada componente de su aroma, y respiro profundamente, para acoger todo el néctar que mis pulmones puedan contener, todo sin correr, porque deseo recordar cada sensación vivida, y no necesito al mundo entero para sentirlo completamente.
Siento la gratitud de la vida, que sorpresas me reserva, por seguir sus premisas, y aceptar las limitaciones que acercan a la infinitud. Su sabiduría se revela con sólo pararse a verla, y danzan bajo la lluvia, cruzar ríos y montañas, atender a desconocidos, reír con las ganas del espíritu, enderezar los rieles que impiden proseguir viaje, sólo mirarla sin enjuiciarla, escuchando la voz que en todos permanece. Renunciar a amaestrarla, para caer en el sueño que nos brinda, con el fin de disfrutar con ella.
En cada instante la vida, a cada paso su presencia, que esculpe nuestros gestos, mediante el sentir de las sensaciones infinitas de cada día. 

Culpable de vivir.

Condena de culpabilidad pesa sobre mi corazón, condena por ser sincero con su deseo, por gritar su verdadero sentir, cuando finaliza un vivir, para iniciar otro sentir. Condena sin juicio sumarísimo, se impone en mi pensar por ser honesto con la vida, y en libertad recibir la decisión de proseguir, en personalizado acto, por nebulosos senderos, a los cuales sentirse atraído.
Ejecutan la sentencia automáticamente, con violencia justificable, golpeando mis debilidades, sin un rastro de compasión. Reo de la ira, se lapida sin cuartel mi ser, pedradas que resuenen en un inconsciente herido, recuerden para dificultar camino, en razonable acto de crueldad, desde un papel de victimismo, que renuncia al sentido natural de discurrir de la existencia, donde el cambio es la base imprescindible del vivir, donde los deseos son ingobernables, y es necesario que se produzcan despedidas, para dar la bienvenida a nuevos aires, mas soy preso de frustraciones y renegados anhelos ajenos, que imponen, mediante fuerza, su voluntad, coaccionando al corazón, en perpetuo chantaje que beneficia al otro lado de la orilla, objeto despersonalizado del deseo inoculando penas, que aumenten una ficticia culpa, desfigurando la santa voluntad del alma, y el derecho a ser feliz, escogiendo el modo de serlo.
Dicen amar, amar desde una posesión, y olvidan que en el fondo permanece un acto de colección de cromos, de cromos repetidos año tras año, por pánico a dejarse llevar, ser arrastrado por la corriente del vivir. Y ante el dolor del fin, lo enfangan en un sufrir, huida de una verdad evidente, en los silencios de las palabras, que empapelaron las horas muertas de un agónico fin alargado.
Responsabilizando del la vida propia, a persona ajena a si mismas, responsabilizando de la felicidad a quien acompaña en el olvido, responsabilizando de existir a quien sepultan en mantos de dependencias, por no mirarse en el reflejo de su voz, vivir sin asumir consecuencias, que son despejadas al enemigo amado. Regalo envenenado, que permanece tiempo en las venas, en los llantos que se niegan, en las risas que parecen no ser merecidas, en el bienestar que condenan a gritos, en la gracia que tiñe de desagradecimiento, ecos que resuenan informando de la supuesta maldad, incomodando al placer de vivir. 
Culpable de vivir, como el mayor pecado cometido, culpable de sentir, como forma de caer en condena, culpable de seguir al corazón, juzgado desde la deshumanización por el tribunal que sentencia, culpable de soñar cuando había que ser perfecta pieza de engranaje. Culpable de ser, en lugar de estar, de estar a voluntad de premisas institucionales. Culpable de vivir, es el pecado que cometí. 
De vivir el dolor de la despedida, de vivir el deseo de la bienvenida, de vivir a voluntad del viento, de vivir sin cumplir con el estatuto de la existencia, de vivir en libertad, de vivir en un sueño que desarma organizaciones varias, de vivir con gratitud a lo recibido en tiempo pasado, de vivir en perpetua búsqueda de la alegría, conduzca a donde conduzca, de vivir sin programación prefijada, de saltar al vacío cuando todo parece estar protegido, de vivir con mi propia responsabilidad únicamente, de vivir sencillamente, de eso me condenan en cartas de reproche, y balas de frustración.

sábado, 30 de agosto de 2014

Mi hogar

Confundí el hogar, y aunque no me desahuciaron, no sentí como propio, motivo por el cual por las mañanas rastreaba el solar que me rodeaba, buscando mi hogar perdido, o al menos una pista que me condujera a abrir la puerta de mi morada. Nada hallé y volvía en la noche, al combate de de permanecer en desconocidos lugares, por donde abandonaba la vida, coleccionando derrotas, y esperanzas que no florecieron. Sustituyendo el profundo placer, por externas alegrías, que no acallaban la pregunta de como conduje hasta ahí, en que lugar perdí el camino al que no podía regresar. Perforado por un sentimiento de abandono, confusión que me robaba la claridad, para subir al último tren, que cada día me alejaba, del lugar que nunca fue mi hogar. Despertaba cada mañana en camas que nunca me abrazaron, con reseca de la desesperación, comenzaba mi día, deambulando en círculos, sin lograr escapar, olvidaba ya hacia donde. 
Y en el olvido llegó un viento del norte, un beso de primavera, que despertó mi carcomida piel, haciendo realidad lo que era un mito, y entonces tiré de la tela que ocultaba mi hogar, reconociendo los deseos que creí haber perdido, durmiendo abrazado a mi colchón por primera vez, en sereno sueño. Desperté y sentado ante la ventana, viendo amanecer, saboreaba un café, recordando a mi compañera de viaje, deseoso de emprender tarea, que logren personalizar cada día, acompañado de la certeza de vernos, emocionándonos metros antes del encuentro, cuando los ojos visualizan sus andares, instantes antes se extrañaba su presencia, en un intenso cariño que surge desde dentro, al contrario del tiempo de ser perdido, que sentía desde fuera, calando posos en mi latido. Ahora el aire que alimenta proviene de un estallido interno, que en forma de vaho envuelve el ambiente, cual novela de fantasía, porque fantasía es lo que su tacto supone a mi piel.
Caminar a su lado, es ya de por sí un triunfo, una fiesta que espero vivir a cada despertar. Recibir su compañía es un premio, una chispa que encendió mi motor, y puso en funcionamiento un sueño completo. Proseguir cada segundo, entre miradas furtivas, y besos deseados, recorriendo el trayecto que nos conduce al destino material y el destino imaginado, robando minutos al mundo, para en despertares encontrarnos, reunidos en paredes que reflejan el sentir común, paraíso donde vivir en plenitud.
¡Sentir la sangre fluyendo! ¡comprender los versos y los sueños! dejarse llevar por el instinto del momento, para contar las horas que nos reencuentre, añorar el encuentro, que relega al olvido molestias y tristezas.
Porque ahora habito mi hogar.

El último paseo

Los rincones de la ciudad, refugios de intimidad, me rechazan, señalándome las esquinas que he de cruzar, por donde la sorpresa acecha, cruce de caminos, que exigen una elección, abandonar una ruta de las que se cruzan. Renunciar a sus ofrendas, para entregarse de lleno al camino escogido. Despedirse de un futuro, para abrazar un presente.
Complicada elección, basada en expectativas sin certeza de cumplimiento, influenciada por la obligación de acertar, de triunfar en la decisión. Enredada en deseos contradictorios, y en lógicas razonables, que engendran la indecisión. Dificultades de elegir en un mundo, donde se decretan guías para caminar.
Rechaza la ciudad mi triste despedida, la más complicada decisión, porque reclama atención a sus servicios prestados, y niega el lazo de pertenencia, ante el sentimiento de abandono, ignorando el sentido de mi acción, el sentimiento de gratitud y los afectos nacidos en su vientre. Ignorando el bienestar que mi cuerpo cansado reclama, en exigencias de mantener edificios derrumbados, ilusorios pensamientos de normalidad, en una dependencia que obliga a los dos.
Rechaza mi presencia, con acusaciones de ingratitud, por ejercer la libertad, que anteayer disfrutaba, cuando vivía en sus calles. Hiriendo mis afectos y recuerdos impregnados por su aroma. Dramatizando una despedida, fielmente meditada, incluso necesaria para no marchitar con abonos de frustración, la convivencia mantenida.
Recorro su ignorancia en un último acto de convivir en su compañía.

viernes, 29 de agosto de 2014

Exigencias de un querer

Exigencias de no querer a semejantes, en posesivo compromiso de fidelidad, imponiendo fronteras al viento, recluyendo la pasión en contratos de compromiso mercantil. Renunciar a la libertad de ser, por un pasado que atrás quedó, y así menguar el esfuerzo de renacer los rescoldos del deseo, de impedir que la llama se extinga, ni ser quemados por ella, obligados a vivir a media, ante peligros que acechan, como si la vida fuese una enemiga. Imponiendo sacrificios de obligación, que no de devoción que exige certeramente.
Posesivos comportamientos se imponen para mantener la ilusión, la fuerza del compromiso que recluye al desván el amor, la piedra filosofal buscada, en supermercados de emociones artificiales. Cumpliendo con la normalidad, todo lo contrario que solicita el cariño, para poder entrar en el alma menguante. Exigencias de un guión ancestral, tradición que no se puede romper, y reduce los riesgos a tardes de hastío, donde se consume deseos, mas no se les vive, no sea que nos hagan un descosido.
Reducir la existencia a cubículos bien organizados, no sea que el caos de la vida nos desarme la cordura insana, y así castigamos a quien no consume, según el pacto tácito del contrato silenciado, y dedos acusadores condenan al destierro de los jardines programados, donde la vida es una mera organización, repetida en sucesivos pasos diseñados para el buen funcionar. Desechando lo que se niega a ser esclavo de la voluntad, aspectos ingobernables para el humano razonable, de buena voluntad.
¿Y cómo impedir que la pasión arrase?¿cómo lograr que los aires de libertad no rocen a corazones repletos de deseos?¿cómo impedir vivir? si renegamos de la vida, exigiendo contratos donde forzar compromisos no sentidos, sorteando heridas inevitables, ¡¿cómo impedir la soledad?! si no es por la entrega sin reservas, si no es por alimentar la llama de nuestro altar, si no es jugando cual niño en la vida, si no es reconociendo al ser que comparte vida, dejando que su experiencia nos contamine. 
Ser fiel al sentir, renunciado a las formas, en libre voluntad, que se reencuentra cada día, sin que exista un mañana, desarmando los tejidos largamente trenzados, para dar otro vestir. Ser fiel al cariño que nos regalo la existencia, rompiendo contratos que convierte en objeto de consumo las emociones. En posesión el compartir, en reclamo de deuda a nuestro actuar. Transacciones mercantiles abocadas al fracaso, dejando un agujero de vacío y pérdidas, perdidas de lo que no viví. Las que más pesan en el corazón.
 

Vivir para instantes de eternidad

Empujo las manecillas del tiempo, ansioso por que llegue la hora del encuentro, de explotar en fuegos de emociones. Ser uno en dos, ahora que se que la vida me reservaba tal catarata de vida, cuando ya comenzaba a aceptar mi figura de ser solitario. 
Probado el manjar reservado a dioses, nada hay que alimente ya, nada que sacie mi hambre, mas que en el encuentro con el universo, contenido en los ojos de quien me mira, prendiendo una pasión ignorada por tiempo, ya no puedo vivir en el pasado, ya no quiero mirar atrás, donde se pierde mi persistente deambular sin dirección.
Porque ahora me dedicaré a cuidar lo que en mi pecho late, a escucharlo cuando susurra en cálido aliento de vida. Nada hay más importante, desde el momento del encuentro, del reconocimiento mutuo. Seré el jardinero que abone la tierra, para recibir sus frutos, rosales coloreando mi hogar.
Puesto que vivir sin él es sobrevivir a la muerte, que supone no saber para que existir, llenarse de posesiones marchitas, que niegan el latir juguetón de un corazón desbocado por el deseo.
Sensaciones enterradas bajo la piel, atraídas por el reencuentro de mi otro yo, que comunican en invisibles raíles, logrando sentir como propio el sentir de la compañía, impulsando una ferviente voluntad de servicio, de ver reinar sus luceros, bajo una sonrisa. Sentir como propio las emociones nacidas en mi otra piel, en mi otra vida, que complementa la propia, bebiendo el frescor del agua brotando de la fuente de sus labios. Regenerando mis pensamientos, resucitando mis sentimientos, que viven incluso en la añoranza del encuentro. Dulce y ansiosa espera, que alarga a medida que el deseo se fortalece.
Vivir llenándose de vida, hasta cubrir toda la existencia. Ser jardinero de emociones, que contempla como en libertad estalla el nacimiento de cada segundo, como un eterno instante. Dedicar la vida a ser enredado en sus alegres caprichos, dejando que me esculpa, puliendo mi superficie para reflejar la mejor imagen, aquella oculta tras las formas esenciales. Vivir para instantes de eternidad es mi nuevo destino.

Déjame ahogarme en tí

Déjame ahogarme en tí
fundirme en tu destino
sentirte en mi
alejándome de este desatino.
Respirar el aire que exhalas
partículas de tus deseos
que infunden valor a mis alas
huyendo de la ira de los perseos.
Permíteme ser el viento 
acariciando tus labios
cuando soy palabra que invento
besos que ignoran los sabios.
Ser el olvido 
donde depositas tus recuerdos
retazos de todo lo vivido
convirtiendo en locos a los cuerdos.
Autorízame a ser tu piel
recibiendo las vitales sensaciones
dulce sabor a miel
compartido en eternas canciones.
Cubrirte con mi presencia
uniendo las continuas ausencias
en rastros de verdaderas esencias
culminando así su sentencia.
En comunión permanecer
cual si fuese un amanecer
anunciando todo acontecer
para dejarse perecer,
en ríos de pasión
devorado por la más grande ilusión
y de la ceguera, alumbrar la nueva visión
liberándome de mi perenne prisión.
Déjame ahogarme en tí
sentir la anhelada unidad
renunciar al posesivo mi
vivir la verdadera realidad.

jueves, 28 de agosto de 2014

El vacío

Sentir el derroche de silencios, marchando por el sumidero del olvido, mientras en vano intento se sostiene un cansino peregrinar por el desierto. Sentir perderse las penas, como último reducto de una quebrada identidad, fraccionando los recuerdos, en tiras deshilachadas, tras tanto tiempo soportando la única realidad pensada. Sentir la soledad despedirse, dejando la nada como compañía, succionando los últimos reductos de una desolada morada. Persistiendo en un abandono ignorado, quedando expuesto a las inclemencias ingobernables. Sentir que ni derrotas quedan en los vacíos estantes, para ser único en el particular mundo.
Ser extraño para mi, reflejo del espejo irreconocible, transmitiendo la ausencia de carácter, un rostro diluido en el tiempo. Renuncia de una biografía que perdí, sin saber donde.
Quebradizos pasos se pierden, sin dejar huellas, sin ser temidos apenas, y sigilosos conducen a un espacio desaparecido. Dolores que renuncian a llegar, sabedores de no poder imponer su voluntad, es el reino del vacío, donde no cabe la vida.
Así se esfuman las horas, franqueado por guardaespaldas que impiden la cercanía de todo sentir, así la existencia pierde su nombre, y las palabras son abandonadas en la cuneta. Nada queda por describir.
Desconexión inevitable, dejando en eterna espera la llegada un gramo de emoción, que descongele el frío existir, sólo un gramo que pueda atravesar los poros del aislamiento, para sentir que aún vivo.
Llegaran soles y lunas, frío y calor, que no podrán ser invitados a compartir espacio, y el tiempo no será, porque donde habito nada envejece.
Sentir que todo me olvida, y desaparece los vestigios de quien fui, como si no hubiese existido, siendo testigo del proceso, sin poder intervenir, eterno testigo del olvido.
Así es el vacío, que atrapa a quien no tiene encaje en el mundo, que transcurre a una velocidad inhumana, desechando a quien no mantiene su ímpetu.

Yo también desee

Yo también pasee por alfombras, que en otoño cubren las calles, paseos que realizaba, para encontrarme en cálidos bares con mis amistades, y entre cervezas compartir las horas, compartir reflexiones y cercanías abriendo el alma, mostrando el mapa emocional del momento. 
Yo también soñé con un hogar más grande, y un trabajo a la altura de mi ego, recibiendo el dinero que mi inteligencia merece. Soñé con playas donde reposar mi cuerpo, a pesar de rechinar con mi bienestar, contradiciendo el verdadero deseo, mas soñé que era normal, en un mundo enfermo, y enfermé hasta se derribado por miles de dedos acusadores, que denuncian mis esfuerzos soñados por desequilibrar los mercados de valores, antes incluso de ser abandonado por el rebaño, y quedar en compañía de mis amistades, acogiendo al apestado.
Porque yo también desee una vida repleta de posesiones, que ahora nada valen, a pesar de reclamar el pago por ellas. Fui un fiel ciudadano, cumpliendo las ordenes que hoy me abandonan, renegando de mi, puesto que soy una insignificancia que en nada afecta al sistema.
Porque yo también creí ciegamente en el mundo, negando mis dudas e ignorando las contradicciones, tan sólo por ser parte de una masa informe, así renuncié a mis intuiciones que advertían del abismo, de la soledad en la cual caería una vez que tropezase.
Yo también aposté por la ingenuidad, creyendo no conocer la realidad, y deposité mi voluntad en sabios que abandonaron el barco, quedándome desvalido, ante las fieras que guían el rebaño.
Yo también desperté en el estercolero donde me abandonaron, en los márgenes de un camino vetado para mi, desprovisto de herramientas con las que construir un nuevo hogar. Ahí donde sólo pude oír las voces de mi silencio, entre iras y desesperaciones, lugar donde tuve que aprender a vivir.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Vivo para vivir

Vivo golpeándome contra las puertas, las ventanas, los muros, el viento, buscando una rendija, por la cual colar la cabeza, y desaparecer de este espacio.
Vivo buscando pasadizos, caminos que acorten el recorrido, senderos que atraviesen los mapas urbanos, subterráneos por donde escapar del espacio que apresa.
Vivo recorriendo soluciones, esperando encontrar la que encaje a la perfección, en mi planteamiento de vida. La que cubra el desaguisado en el que me encuentro, y organice mis pensamientos. Y estructure el territorio donde me asiento.
Vivo empeñado en sortear los obstáculos que pretenden dificultar mi recorrido. En encubar mis sueños, y desenterrar mis ilusiones, empeñado en vivir mi otra vida, lejos de las garras de las carencias.
Vivo para vivir, sentir el viento y la lluvia, ser ave de paso, que siempre regresa a su hogar, actor de un sin fin de papeles, guionista de un quehacer cotidiano, reinventando los orígenes de mi pasado.
Vivo espantando huecos deformados por la abundancia, esfumando los aires contaminados de desesperación, las normas prefijadas, y el destino marcado, para ser un sentido en la existencia.
Vivo empeñado en derrumbar muros, desfigurar fronteras, y expandir espacios. Rastrear los matojos de un otoño, paseando por su alfombra de hojas secas, destronar las certezas que condenan, y florecer en la primavera.
Vivo para vivir, aún a costa de morir previamente. Vivir a cualquier precio.
 

Reencuentro con sensaciones olvidadas.

Los segundos anticipaban los besos que se derrocharían en orgía de felicidad, el vértigo por subir al cielo sin dejarse caer al suelo, la sorpresa por cumplirse los sueños de hadas, mientras se rebusca en los rincones, el interruptor ausente, que desenchufe el paisaje, donde retozar con la sonrisa de unos cálidos labios. 
Deshacerse en torrentes de ilusión, desvistiendo el alma de las telarañas acumuladas, en la larga invernación. Pellizcar el corazón, para comprobar que aún se vive, puesto que un segundo el mundo cambió su ritmo, transformó sus colores en un agradable hogar, donde habitar, trampas que no aparecen en esta verdad, por más que Pepito grillo clame sus temores, y todo parezca demasiado rápido, siendo la verdad algo largamente esperado, minuciosamente soñado, y en laboriosos fracasos allanar el encuentro. No es más que la culminación de un peregrinar, en busca del altar de su corazón.
Emborracharse de alegrías, que guía al deseo de ser uno en dos, de alumbrar belleza en la nada, y encender unos desgastados ojos, que se cansaron de mirar. Despertar una mañana, con la vida fluyendo por mis venas, y reinventar las rutinas, que recobran sus significados. Arder en la pasión de anhelos, y modelar el barro de mi existencia, pulir imperfecciones para encajar con los vientos que exhalan su respiración. Abrir las tumbas de los deseos muertos, resucitando para ser consumidos, banquetes de pasiones alimentan mis atardeceres, cuando el hambre ya había sido anestesiado.
Alimentarse de sí mismo, en un compartir sin limites, saciando el hambre de existir, repleto de sensaciones olvidadas, y desconocidas, que apenas puedo abarcar en mi insignificancia, mas perteneciente al mundo que me habita, el que gira en derredor nuestro, alterando la conciencia, para acceder a los verdaderos misterios, las únicas verdades, que un simple gesto de sinceridad abrió.
Llenarse vaciándose, como respuesta a mi existencia, como respuesta al sentir eternamente buscado, vaciarse para ser pleno. 

A propósito de mi vida




El incierto destino e inevitable en ocasiones, he aceptado lo que vivo, sin reservas, ahora quiero aprovechar para sacar provecho de esto, aunque tengo la sensación que aún podría aprovecharlo mejor, que me quedo corto, he de darme a conocer mejor y ser más constante. Describirme mejor y moviéndome más, considero que podría sacar más provecho a mis cualidades. Porque me defino como:
Ø Cariñoso.
Ø Sensible.
Ø Imaginativo.
Ø Infantil.
Ø Loco.
Ø Profesional.
Ø Bromista.
Ø Irónico.
Ø Empático.
Ø Creativo.
Ø Introspectivo.
Ø Curioso.
Ø Cercano.
Ø Inconformista.
Ø Raro.
Ø Libre.
Y con lo que más me identifico es con creativo, cercano, introspectivo o reflexivo, alegre y sensible.
Porque soy una mirada introspectiva que surge de la reflexión, de quien cercano a la humanidad, se identifica con ella, creando alegres alternativas de vida sensible, poniendo a disposición del semejante sus habilidades, como escuchar las historias que las almas desean pronunciar, ver las huellas de cada recorrido personal, heridas, frustraciones, confusión, alegrías, esperanzas, ilusiones son compartidas, en la intimidad de un sincero encuentro, de un acompañar, regando la tierra que pisamos, para que de este modo pueda la persona renacer. Historias recibo, que me hablan de un sin fin de realidades, y verdades enriqueciendo mi prosa, mi presencia en este mundo, mi firme voluntad del encuentro enriquecedor, donde poder aportar un grano de esperanza, quienes en sus heridas buscan sentido y el resorte para seguir en la vida, crecer sin reservas. Por ello me forme en profesiones de ayuda, y dedique mi labor profesional a compartir sufrimientos y alegrías, ejercí como CUIDADOR, inventé espacios de placer y encuentro creativos como ANIMADOR SOCIOCULTURAL, busque recursos bajo los adoquines como TRABAJADOR SOCIAL, participe como EDUCADOR SOCIAL a la transformación de la realidad, FORME en cursos donde aporté mi experiencia y conocimientos, con el fin de que surgieran excelentes profesionales, ESCRIBÍ manuales sobre discapacidad y mediación, y EJERZO COMO ACOMPAÑANTE PSICOLÓGICO, TERAPEUTA TRANSPERSONAL, QUE APORTA TÉCNICAS DE MEDITACIÓN PARA EL ENCUENTRO PERSONAL CON SI MISMO. Y EXPRESO SENTIMIENTOS EN MIS ESCRITOS, SURGIDOS DE LAS HISTORIAS RECIBIDAS Y DE LA EXPERIENCIA DE VIVIR.
Esto es lo que soy y ofrezco.
Puesto que al fin encontré mi sentido de vida, el que nunca me abandonó, pero no me atreví a escuchar y por ello, acababa dejando postergado mis ilusiones, y me refugiaba en otras vidas, por falta de confianza o por despistarme con otros temas de interés, o abandonarme a la corriente de la vida,  así que dejaba a medias mis proyectos, que retomaba más tarde, a trompicones, sin darles vida.
Y para creer en mí, la confianza que me falta, ha despertado definitivamente, mi intuición que impone confiar en mis capacidades, en mis ideas, en mis fuerzas, en mis proyectos.
Siempre he tenido a un nivel inconsciente la sensación de no saber cual era mi propósito de vida, cual es mi sentido de vivir. He dudado mucho entre escribir, ser médico, psicólogo, auxiliar de enfermería... he dudado en vivir, hasta el punto de perder la conexión conmigo y la vida aburriéndome. Esa es la cuestión, no acabé de lanzarme plenamente, las veces que sentí el camino a seguir, la certeza de quien era,  el pánico me freno, el que dirán, y otros tantos lazos, sobre todo la material compostura de una seguridad impostora, porque si he sentido en algunos momentos lo que debía hacer, y eso ha conllevado los tropiezos de mi vida, no seguir lo que dictaba mi corazón en esos momentos, no acabar de encontrar el sentido de mi vida, o enredarme de tal forma que aún siendo evidente no lo veía.
Soy buen profesional, escribo bien, pero a ello le falta el corazón, el sentir que ese es mi verdadero destino, y así ser feliz, he imaginado en numerosas ocasiones dramones, como forma de plenitud, pero eso es otro de los engaños, la verdad es que ser feliz es otra cosa, un estado de satisfacción, un fin en sí mismo, donde sólo se escoge el modo de alcanzarlo, la vía personal que nos conduce a la felicidad.
Me imaginé, enfermo, o que me moría, o cualquier otra situación de sufrimiento, donde desplegar lo bueno que se es, es ese rastro de nuestra cultura que nos dice que solo a través del sufrimiento seremos felices, pero ahora he cambiado de lente para ver de otro modo. Observando nítidamente que la alegría y la felicidad es más sencilla de alcanzarla, y poco tiene que ver con saber sufrir, y si con seguir al instinto. Por eso quiero dar una dosis de fantasía, de alegría al mundo que me rodea, compartir y crear nuevas formas de vivir, para ello acompaño en procesos de crecimiento, de cuidados, y de apoyo a personas, y expreso sentimientos. Ayudar y escribir son las dos grandes pasiones mías, relegadas en ocasiones por la razón y la cascara de un pan que no contiene la miga que alimente.
Ya viví en parte como tocaba hacerlo y ahora toca apostar por vivir como se siente, como me impulsa mi corazón. Y cuando comience a vivir de este modo, sentiré la satisfacción interior, que no hay esfuerzo en lo que hago, porque el tiempo no existe, y me lleno de energías, porque conecto con las personas y eso provoca que lleguen más personas a mis ofrecimientos, porque llega lo que escribo, y encuentro un modo de publicar, porque no hay sueño, ni hambre, y al final de un modo u otro se transforma mi realidad. Porque sigo a mi intuición, a lo que siento y presiento, que en parte ya lo estoy haciendo, corresponde intensificar y centrar la atención en ello, arden en su fuego.
En una mirada introspectiva surge la reflexión, de quien cercano a la humanidad, se identifica con ella, creando alegres alternativas de vida sensible, poniendo a disposición del semejante sus habilidades, como escuchar las historias que las almas desean pronunciar, ver las huellas de cada recorrido personal, heridas, frustraciones, confusión, alegrías, esperanzas, ilusiones son compartidas, en la intimidad de un sincero encuentro, de un acompañar, regando la tierra que pisamos, para que de este modo pueda la persona renacer. Historias recibo, que me hablan de un sin fin de realidades, y verdades enriqueciendo mi prosa, mi presencia en este mundo, mi firme voluntad del encuentro enriquecedor, donde poder aportar un grano de esperanza, quienes en sus heridas buscan sentido y el resorte para seguir en la vida, crecer sin reservas. Por ello me forme en profesiones de ayuda, y dedique mi labor profesional a compartir sufrimientos y alegrías, ejercí como CUIDADOR, inventé espacios de placer como ANIMADOR SOCIOCULTURAL, busque recursos bajo los adoquines como TRABAJADOR SOCIAL, participe como EDUCADOR SOCIAL a la transformación de la realidad, FORME en cursos donde aporté mi experiencia y conocimientos, con el fin de que surgieran excelentes profesionales, ESCRIBÍ manuales sobre discapacidad y mediación, y EJEZCO COMO ACOMPAÑANTE PSICOLÓGICO, TERAPEUTA TRANSPERSONAL, QUE APORTA TÉCNICAS DE MEDITACIÓN PARA EL ENCUENTRO PERSONAL CON SI MISMO, Y EXPRESO SENTIMIENTOS EN MIS ESCRITOS, SURGIDOS DE LAS HISTORIAS RECIBIDAS Y DE LA EXPERIENCIA DE VIVIR.

martes, 26 de agosto de 2014

Barrunta el destino

Barrunta el destino misterios desconocidos. Incertidumbres que inquietan y excitan por igual. Dudas y certezas se intercambian en una disputa por imponerse, apoderándose ambas del tiempo, que devoran en caprichoso concierto, de una mente irregular. Llegan preguntas cuya respuesta es el silencio, el eco del vacío, que atronador derrumba cimientos, largo tiempo mantenidos. Voces que a lo lejos son intuidas, mas no comprendidas, llegan en distorsión en una realidad derruida. Y cegado por la luz que ilumina oscuras sombras, se desconoce el camino a pisar, el sendero que conduzca a algún lugar conocido, se ignora si existe vía en la pedregosa tierra.
Roído el vestir, de tanto resistir a lo inevitable, sangrando las fuerzas en efímeros triunfos que no ganan la guerra, acabo en el vientre de un destino, negándose a divorciarse, uniendo su sentido a mi persona, en tierno y narcótico abrazo, que ya no queda más que esperar su deslumbrante presencia, experimentar su voluntad, agotado de huir del desastre que se avecina, del futuro amado y temido. Coaligarse con mi destino, esperando transformar su difusa imagen, decorándolo a mi gusto, en un cálido amor. Acomodándolo a mis posaderas, para sentir que puedo habitarlo, a pesar de sus estrecheces.
Renunciar al combate, para encontrarme en el reflejo, de un sentido camuflado en mi destino, hijo de mis anhelos y temores, reclamando mi paternidad evidente, recordando que les dí vida, antes incluso de ser presente. Porque él es la cara oculta de mi persona, el otro yo nacido de la inconsciencia, que preparado desea ser visto y compartido. Ser cuidado con esmero, para lucir en todo su esplendor.
Barrunta el destino ocupar su espacio, en reclamo a no ser abandonado por él, a mantener penas y alegrías, aunque no fuesen escuchadas por la lúcida ignorancia mental.
 

lunes, 25 de agosto de 2014



No estoy aquí para justificar tus logros o fracasos, ni para ser el pedestal sobre el cual descansas, ni cubrir tus necesidades. No estoy aquí para ser tus respuestas, o cumplir tus expectativas, ni ser tu salvador. No estoy aquí para encajar a la perfección, en las imperfectas formas que nos delimitan, ni ser el final de un bello cuento, respuesta a un largo deseo. No estoy aquí para ser una copia tuya, ni ver exactamente el mundo tal cual lo ves, ni saborear con idénticos sabores. No estoy aquí para ser fiel imagen tuya.
Porque yo estoy aquí para amarte, y embriagarnos de amor, apoyarte no por tu imperfección, si no por evitar que tierras removidas provoquen tu derrumbe. Porque estoy aquí para ver a través de tus ojos, e invitarte a ver a través de los míos, sin que por ello se renuncie a ser quienes somos. Porque estoy aquí para compartir sin reservas las perfectas formas de nuestras imperfecciones, compartir los cielos y los instantes de una vida repleta de cariño. Estoy aquí para discrepar y así enriquecernos, descubriendo las preguntas más bellas de la vida. Porque estoy aquí para sentir la vida a través de cada emoción que aflora junto a ti, sentir como crezco al entregarme en ti, y llenarme de tu entrega. Porque estoy aquí debido a que mi corazón late salvaje cuando te reconoce, y sueña con posibles imposibles, mientras lo cotidiano se desprende de rutinas infernales, en una comunión que refuerza mi voluntad de amarte y vivir.