martes, 5 de agosto de 2014

Carta a mí mismo

Amantísimo yo:
Procura no ser coherente, ni quedar atrapado para la eternidad en lo expresado una tarde efímera, cambia de ideas si es necesario, como se cambia de ropa para sentirse mas hermosos, cambia de mirada para percibir verdades camufladas, islas que solo surgen en noches de bruma iluminando el cielo. No esperes permanecer sin modificación y huye de quien te pida la absurdez de no cambiar, cambia constantemente, como cambia la naturaleza, o la intensidad de la luz surgiendo de este modo los colores.
Vive torcido, recto, arrastrado volando, desoyendo a quienes saben como ser persona, pues ellos no son tú, ni tú sos ellos, que renuncian a su infancia, juventud y madurez, conten en ti cada etapa y permite que surjan a contracorriente si es necesario.
Comparte con otros grupos, pero no te claves a izquierdas o derechas puesto que tendrás que cortar de raíz parte de quien eres, y sangrarás hasta el final del camino, comparte sin renunciar a ti, por ello no te preocupes de la coherencia impuesta para siempre.
No busques la felicidad, ni medites sobre ella, es una quimera que al convertirse en material nos traiciona, experimenta la vida y si existe tal, llegará sigilosa y sentirás la plenitud, único espacio donde puede caber su esencia.
Vive sin más razonando menos, viendo más.
Te amo.
Pd: Solo tomate en serio la alegría.

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