martes, 7 de octubre de 2014

Elijo ser yo

Vencer a la comodidad de ser enfermo, buscando soluciones cotidianas a problemas perpetuos. Escoger entre ser enfermo y persona que padece enfermedad es la elección ante la que me encuentro, cuando las dolencias invaden mi calma de hoy, la calma de ayer y amenaza con la de mañana. Sencilla elección que conlleva mutaciones de la realidad en cada instante, ser persona que convive con una sigilosa enfermedad, empeñada en paralizar el movimiento vital natural.
Requiere adecuar el hábitat, a las características personales, que impone la convivencia a la fuerza con el dolor  y demás síntomas de la fibromiálgia. Reducir las pertenencias al mínimo necesario, para sentir que habito un hogar fácil de adecuar, a pesar de los embates de la enfermedad, Regir mi vida asumiendo limitaciones, que aprenderé a sortear a medida que surgen visibles, mas nunca ceder permanentemente a sus exigencias, nunca ser esclavo de su voluntad, mediante la modificación de mi percepción, abordando dilemas que conducen a vivir en dramas o aventuras cotidianas, sabiendo que ya no necesito buscar retos que den aliciente a mi vida, porque convivo con uno en constante fluctuación entre la armonía y el desencuentro. Reto que superado refuerza el impulso de afrontar aquellos que en el quehacer diario aparezcan, confiado en hallar respuestas que permitan sortearlos.
Aprender a vivir en otro ritmo, más cercano a la naturaleza innata del ser humano, disfrutando intensamente de cada instante, desconocedor de cuando podré volverlo a repetir. Necesaria actitud que será amenazada cada día por la presencia insistente de síntomas incómodos, que buscan nublar mi mente, dificultando mis progresos, y ante los cuales no queda más que mirar internamente, esperando que se revele la verdad de momento presente, el modo de eludir las tentaciones que la fibromiálgia propone.
No ser enfermo, categoría que justifica la inanición, ante reales argumentos falsos, porque la voluntad, puesta a prueba constantemente, siempre es más fuerte que el mareo o el agarrotamiento de mis músculos, es paciente y sabia en la experiencia, logrando derribar las fronteras que parecen infranqueables. No ser enfermo, trampa que conduce a la dependencia o la soledad, sino persona activa aportando granos de felicidad, que no son robados por síntoma alguno. No, No ser enfermo porque la persona que vive en mí, sueña y desea esperando cumplir los sueños deseados, escogiendo en libertad interna, el modo de afrontar el reto de emprender la aventura cotidiana, que alcance lo anhelado, arrastrando por el río de la vida a la enfermedad que de mí se enamoró. 
Y aunque halla días que las fuerzas se agotaron, esperar a regenerarlas para el próximo mañana, esperar en brazos de quien me acompaña, o soñar con nuevos universos tumbado, pero nunca en una tragedia obligada, en un desgarro de sufrimiento, pues la vida siempre vence, incluso en situaciones adversas.
No soy enfermo, que doblegue su necesidad de libertad, a manos que conduzcan mi persona, asociándome a su realidad, y no es que no guste ser acunado de vez en cuando, sino que al amor que me ofrecen han de ser revulsivo para mostrar un cariño compartido, siendo mis manos portadoras de cuna también, siendo mis oídos refugio de confusión, acompañando en igualdad diferenciada, a quienes conforman mi red vital.
Llorar cuando parezca que la impotencia se impone, como medio de limpiar la mirada, y descargar el corazón, siendo de este modo como lograré ver otra opción, otro paraíso donde retozar, llorar como humanamente corresponde, para permitir entrar la sonrisa, que espera su turno. 
Reír cada vez que se triunfó sobre un dolor insistente, cada vez que se compartió un festín, a cada instante que la existencia es atravesada por el goce de vivir, por los afectos que reconocen mi ser, la parte humana que habita tras todo dolor y categorización.
No deseo ser altar para consuelos, sólo consolado en días aciagos, ni retablo donde volcar piedad, sólo la compasión que nos una en human existencia. No seré podre incapaz, puesto que siempre podré ser fruto de un esfuerzo, de un deseo que me iguala al mundo, no llenar de justificación la existencia, abordando ilusiones y desesperanzas por igual, como persona que soy, unida a un constante reto, una enfermedad invisible que muta oculta a los ojos.
Elijo ser yo, ser que feliz, en una aventura cotidiana, elijo ser persona como don con el cual nací, y al cual se dedicaron en mi crianza, inventando realidades que confundan a los síntomas, ser compañero de viaje, que sincero expresa lo que siente, y sin miedo solicita lo que necesita, para en comunión compartir nuestras presencias.

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