miércoles, 30 de julio de 2014

En pañales se nace tras el dolor que he de tragar para lograr invitación al jardín de las delicias. Desconozco el motivo de tanta indefensión, y cual es su razón de existir, mas así es cada día de la existencia. Por más que reconozco que merezco ser feliz, exijo la felicidad, y responde su precio, el pago que he de asumir de ello. Dilema que se saborea agridulce, mientras se decide.
Sangro agua del mar por los ojos, salada agua desbocada, tanto en la tristeza como en la alegría, agua que pule la superficie que fue modelada a fuego, entre deseos y despedidas. 
Empobrecido el ego, reducido a la mínima expresión, entierro su sobrante en el camposanto de los recuerdos y frágil e indefenso toca emprender camino incierto y mal señalizado, temeroso y expectante emprendo los tímidos pasos iniciales. Otra vez sólo, con las manos vacías voy haciendo méritos para pertenencer a la nueva comunidad, para explorar los nuevos retos.
En pañales prosigo por una senda inventada, a la cual convertir en real en cada acto nuevo.

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