martes, 29 de julio de 2014

Un acto de valor.

 Un acto de luz, de claridad suprema permitiendo ver la realidad en toda su desnudez, conlleva un grito de valentía. Un desarrollo de semiinconsciencia que conduce a la verdad que espera tras el velo de la confusión, salto mortal al vacío confiando en la providencia, y un acto de desnuda sinceridad desgarrando las vestiduras de la formalidad, nadando en remolinos de dolor que alimentan la felicidad esquiva.
Dolor que acompaña al nacimiento, nacimiento que surge sin el dolor que impulsa a la vida. Luz que que necesita oscuridad, oscuridad que se ilumina con la luz, claridad que perte de la confusión, confusión ordenada en la claridad y todo ello en el instante preciso de asumir la decisión que cambia el resto de tu vida, en el momento de recopilar fuerzas de valentía para ser abrazado por la incetidumbre de la vida, rendirse a sus brazos, ser herido para pulir la imagen perfecta de nuestra esencia.
En el tiempo en el cual recorres el cuerpo excitantes hormonas del alma, deseos irremplazables burbujeando por mi sangre ardiente, momento de saltar sin red, y aventurarse a ser explorador de lo desconocido, sin esperar a acertar o errar, simplemente huir del amordazamiento, una vez calrificado toda confusión. Gritar el valor que derriba muros invisibles. Porque hoy llegó el minito del cambio para el resto de mi vida, porque hoy siento mi aventurero apoderarse de mí.
Hoy es una luz nueva que ilumina el mismo escenario, mostrando sus imperfecciones, espejos muestran los inumerables matices de mi rostro y sus miradas el hogar puro de mi necesidad de vivir.
Gracias por desarmar mi realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario