sábado, 6 de septiembre de 2014

Soy quien soy.

Mire a través de muchas ventana la vida pasar, imaginando la vida por llegar. Acampaba los domingos en un retirado parque, refugio personal al cual dirigirme para aislarme del mundo. Leía, mientras el perro fiel jugaba libre por el césped, soñaba mientras las horas transcurría. El mundo inabarcable, era por momentos una fratricida guerra, en ocasiones un remanso de paz, mas el parque siempre fue un refugio donde reposar.
Aún sigo, como antaño, buscando mi identidad, si bien ahora no es relevante saber, en el pasado fue instrumento de tortura, en un afán de encajar. Aún sigo buscando amor, si bien aprendí que es más importante amar, y descubrí que soy amado.
Cambiar el mundo desee, hasta que me demostró su fuerza y extensión, momento en el que decidí cambiarme yo, antes de que él me cambiase, centrándome en mi limitado entorno. Pero en momentos de confusión lanza sus redes, pescándonos en sus trampas, sustituyendo el ser por el tener. Caí en la compulsión posesiva, huyendo del vacío que negué. Desequilibrando aún más mis precaria existencia, hasta caer en picado, para poder renacer otra vez más.
Amé y me amaron, aunque no siempre coincidió el sentimiento en los amantes, y así no pude formar familia alguna, no hubo niños correteando por el pasillo de un hogar, siendo el empeño lo que me condujo al confundir sensaciones con sentimientos. No obstante hubo momentos que pude tejer historias de amor, finalizadas antes de lo esperado. 
Sentí el abandono, y el desprecio que algunas personas me entregaron como despedida. Abandono inevitable con sinceras palabras por parte de afectuosas personas, otras con dardos envenenados en su frialdad y rencor. Cierto es que también puse fin a relaciones, con mayor o menor acierto, pasando a convertirme en un demonio cuando horas antes era un ángel.
Nunca fui perfecto, intenté serlo sin lograrlo, siendo lo que soy, una persona incompleta que prosigue camino en busca de su felicidad, rodeada de bellas amistades, y hermosa compañera, componente de una generosa familia. No puedo ofrecer más de lo que soy, bien deseo hacerlo, mas renuncié a ser perfecta imagen de los deseos ajenos, perdí demasiadas fuerzas intentándolo, y también mi salud mental hasta el punto de de perderme en mi. Esto soy nada más.
El joven que descubría Madrid, como si nadie lo conociese, arreglando el mundo a imagen y semejanza propia, creyendo en los Juan Salvador gaviota, buscando otro modo de vivir. Reunido en plazas conversando sobre ilusiones y desesperanzas con semejantes. El adulto que intenta salvar su esencia, a pesar de los traspiés sufridos, recordando los momentos de intensa felicidad. Que redescubre la esencia del vivir, el ser que siempre permaneció en mí. Retomando la capacidad de soñar, más allá de los muros de la ciudad, abrazando la ilusión que siempre revitaliza. Nada más hay, todo lo demás es la interpretación de quien mira, el deseo de quien pretende que sea según sus pretensiones, o el cariño de quien ve y acepta quien soy.

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