viernes, 5 de septiembre de 2014

Muñecos rotos

Muñecos rotos deambulan por las calles, pieles de porcelana rotas, ante reclamos de una vida deseada. Vacío el razonamiento, asumen el castigo de no cumplir con la vida esperada. Vomitados por el poder, que les jaleaba, para alcanzar los ideales, que necesitan el engranaje económico.
Eslogan bombardean la pobreza espiritual, que dejó el robo de ideales, sustituidos por pertenencias que entierran profundos deseos. Camuflando la verdadera vida con imposibles inalcanzables.
Cascaras de semillas perdidas, quedan empolvadas en los estantes, de hogares abandonados. Cuando mendigos de almas robadas, pueblan las plazas, en espera de consumir tiempo, ante el olvido del poder y el salvase quien pueda. 
Torrentes de palabras huecas, sustituyen la voluntad de cambio, que se pospone permanentemente, acusando a entelequias e instituciones inhumanos. Simplificando la diversa vida, a expresiones repetidas, en justificación de la inanición de actos. Siendo más sencillo emitir juicios, que actuar en voluntad de cambio.
Muñecos rotos son las almas que se consumen en bares, rotos por la fragilidad de unas ilusiones impuestas, cual si fuesen propias. Sangrando desesperanzas, que el poder rechaza e ignora, inventando nuevas frases hipnóticas, que despertar duele, demoliendo los castillos de naipes, en precario equilibrio.
Vidas trituradas que nada creen poder hacer, esperan las migajas del banquete, para mitigar el hambre espiritual. Se arremolinan, vociferando las mismas palabras, que no les impulsan a actuar. No obstantes somos piezas prescindibles, de un engranaje industrial de sueños comercializados, obedientes piezas que no sabemos caminar sin que nos indiquen la dirección adecuada.
Muñecos rotos que acaban en el basurero del olvido, donde no molesten las vistas de los bienpensantes, de los triunfadores. Lejos de ciudades, para no manchar la reputación de los sabios ilustrados. Porcelana quebrada, sustituida por otras piezas al servicio de los amos, poseídas por la voluntad de seres ausentes, capaces de comprar hasta el amor, reescribiendo a su antojo la historia, así tener apresada la razón, cumpliendo la función de otorgarles su posición, asentada sobre cimientos de derrotados, vencidos antes de ser enterrados, derrotados en el preciso momento que aceptaron buscar la vida de celofán, la felicidad retocada por el photoshop, alegría de publicidad, que apenas dura un día.
Muñecos rotos desfilan por las calles, mirada perdida, arrugas en el alma, sólo esperan que el tiempo se esfume, mientras sangran palabras vacías, habiendo perdido la rabia y la ira, sentados esperan ser rescatados, expuesto en el escaparate de tiendas de segunda mano.
 

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