domingo, 28 de septiembre de 2014

Alisa mis arrugas.

La suavidad de su piel alisa las arrugas de mi cuerpo. Mis manos recorren las sonrisas de sus poros, los labios de sus ojos, la voz de su corazón. En su boca desciendo al abismo de una hoguera pasional, deseos que prenden hasta calentar el frío de mi alma.
Mi sed se sacia, besando cada rincón de su persona, deslizándome por su suavidad, anclaje que me une a la cara oculta de la luna, reflejada tras su mirada. Universo que únicamente podré ver a través de sus ojos.
Quiero a abrigarme en su interior, en su latido vital, ser niño acurrucado en su regazo, dejando mi fragilidad en sus manos. Sentir su aroma en mi pituitaria, mientras me alimento por el cordón umbilical, unido a ella, saboreando cada alimento recibido por su piel.
Aliso las arrugas del alma, bañándome en sus palabras, soplidos que remueven los rescoldos nocturnos, reavivando la hoguera, alrededor de la cual renacen los deseos. 
Caricias que exploran el cuerpo, reconocimiento del hogar donde habita el corazón amado. Origen de mi pasión, del deseo de un reencuentro, cuando la distancia alcanza un metro. Añoranza de su contacto.

 
 

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