jueves, 11 de septiembre de 2014

Abrazo paralizante

Despierto agarrotado, atrapado en tu abrazo egoísta, que impide todo movimiento. Encerrado en tu seno, queriendo impedir el contacto con el mundo. Apenas me dejas respirar, de tan fuerte que me sujetas, y por ello me remuevo en tus entrañas, buscando mi liberación, porque lo tuyo no es un abrazo de amor, sino un egoísta gesto para no abandonarte, celos que no desean mi libre movimiento.
Con esfuerzo, en una lucha contra ti, me incorporo, notando como tu presencia dentro de mí, me marea, dificultando mi postura erguida, sintiendo como se tambalea el firme suelo, aún así camino lentamente, fijando cada paso, en un equilibrio de funambulista. 
Mi mente no admite pensamiento alguno, llegando a una desconexión temporal con la realidad, impidiendo alcanzar recuerdos, en lapsus de memoria. Olvidos que impiden olvidarte.
El tiempo transcurre sin ser percibido, mientras procuro quitarme la camisa de fuerza que me impusiste por la noche, horas perdidas en una batalla que mañana repetiremos. Para alcanzar al fin, entrada ya la mañana, la liberación de tus brazos, dejando las huellas tuyas que me recuerden tu permanente existencia.
Tu ego me reclama en exclusividad, apartándome de mi vida, y aunque peleo por vivirla, la más de las veces caigo agotado, añorando tiempo pasados, donde no compartíamos el espacio. Relación indisoluble que prosigue a lo largo del tiempo, tiempo que en los momentos más egoístas tuyos, no logro a sentir.
No quiero entregarme sin condiciones, como deseas, no soy tu pertenencia, y seguiré venciéndote cada mañana de mi vida, rompiendo tus abrazos paralizantes, agotándome en la batalla, mas satisfecho de mi logro.

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