lunes, 29 de septiembre de 2014

Apostar la vida.

Habiendo consumido toda la pasión en la mitad de mi vida, llegue vacío a la catarsis, sin fuerzas para mantener una ruina de edificio, que acabó por derrumbarse. Y el polvo cegó mis ojos, forzando una mirada interna, para salvar los rescoldos, que hoy comienzan a prender la llama, casi estinguida.
Negué las pérdidas que no pude retener, hasta que ahora agradezco las derrotas, porque me eliminan los obstáculos que no permitían avanzar en la vida, impidiendo el oxigeno necesario para vivir, para encender la vida en una estela de pasión, hoguera que calienta el alma, para volcarse sin reservas en los sueños, sueños que permanecieron en las estanterías de mi corazón.
Hoy con la grata compañía, que me alienta y refuerzan mi voluntad, mediante palabras de apoyo, o voces cuestionando que obligan a reflexionar. Oxigeno que alimenta mi hoguera, e impulsa mi voluntad tras lo que me despierta el deseo de vivir, de sentir la vida en su plenitud, y lograr los retos nuevos y viejos.
No hay nada que perder salvo mi persona, la felicidad que se vive a cada instante, en cada lucha, en cada creación, donde el tiempo se disuelve, y sólo ello me merece la pena.
No hay cabida para pasados, ni seguridades de antaño, los triunfos vividos, ni siquiera viejos objetos de adorno. No hay cabida para una vida normal, que desnaturaliza mi persona. No existe posibilidad de proseguir en los mismos caminos, caminando a medias, máxime cuando nada hay que me retenga a roñosos escenarios.
Apostar por este camino que trae nuevos vientos, apostar la vida por ello, en un hito personal, del cual vivir cada sensación, cada emoción, a medida que obstáculos y creaciones desfilen. Apostar la vida, que es lo que me pertenece, en un proyecto vital y sincero, donde no hay triunfos, sino una hoguera que alimenta la vida. Apostar vivir ante el desaliento, recuperando la ilusión al día siguiente, confiado en el destino elegido, sin conocer en su totalidad el discurso que descubro a cada impulso de un teclado, a cada voz que muestra la ilusión.
No queda más que desnudo vestirse con el sueño despierto. Empujar el viento para que sople sobre mis velas, dejando que pula mi piel. Seguir mis anhelos cuando ya cumplí con los compromisos sociales. Resurgiendo en cada despertar, esperando sólo recibir las sensaciones, que el esfuerzo recompensa. Desconociendo la dirección que emprenderé, a medida que me atraiga un destello de luz.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario