Vomito
palabras que no fueron digeridas, antes de que dañe mi piel, y mi coraza.
Vomito los silencios que entre eructo y eructo llenan la voz de ácido gástrico.
Expulsa mi cuerpo dolorido, las cadenas hirientes que aprisionan los silencios
salientes, ofensas que se camuflaron, para decir que se olvidaron.
Sangro
el pasado en dolores de parto, chorros de sangre brotan por mis poros,
desinflando la casaca que contiene el aire, donde se pierde mi alma.
Defeco
la sustancia que no alimento mi espíritu, semidigerida, es evacuada a la tierra
que acoge todo. Aligero el peso de un vacío que no alimentaba. Reteniendo en
metro cuadrado mi mundo, comprimido hasta presionar los deseos.
Erosionada
mi coraza, con ríos de frustración surgiendo por mi mirada, y gritos que
empujan la desesperanza al universo, me desangro por fin, de necedades y
pestilencias que acumula mi razón, me cuido a través de mi deshecho cuerpo, y
renuncio a los ascos que di, al recuerdo de mi cuando la desilusión llegó, al
muñeco de teatro representando obras ajenas.
Hoy
llegan dolores de muerte y nacimiento, terrores ante la vida y la muerte,
muerden en un resucitar eminente.
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