sábado, 12 de octubre de 2013

Vomito palabras que no fueron digeridas, antes de que dañe mi piel, y mi coraza. Vomito los silencios que entre eructo y eructo llenan la voz de ácido gástrico. Expulsa mi cuerpo dolorido, las cadenas hirientes que aprisionan los silencios salientes, ofensas que se camuflaron, para decir que se olvidaron. 
Sangro el pasado en dolores de parto, chorros de sangre brotan por mis poros, desinflando la casaca que contiene el aire, donde se pierde mi alma. 
Defeco la sustancia que no alimento mi espíritu, semidigerida, es evacuada a la tierra que acoge todo. Aligero el peso de un vacío que no alimentaba. Reteniendo en metro cuadrado mi mundo, comprimido hasta presionar los deseos.
Erosionada mi coraza, con ríos de frustración surgiendo por mi mirada, y gritos que empujan la desesperanza al universo, me desangro por fin, de necedades y pestilencias que acumula mi razón, me cuido a través de mi deshecho cuerpo, y renuncio a los ascos que di, al recuerdo de mi cuando la desilusión llegó, al muñeco de teatro representando obras ajenas. 
Hoy llegan dolores de muerte y nacimiento, terrores ante la vida y la muerte, muerden en un resucitar eminente.

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