miércoles, 6 de noviembre de 2013


Los dolores llegan a cada pie de los que caminan, arrastrando tras ellos las historias de fracasos, frustraciones que acusan ante el muro de nuestras lamentaciones, en el vacío del silencio, encerrados en ventiscas que atrapan voces de dolor. 
Los dolores provienen de sueños que en ocasiones vivimos, consumiéndolos hasta disolverlos en los recuerdos y nuestra piel, parecen que ahogarnos pretende, sangramos lágrimas que limpian su evocación futura, mas en su presencia todo tiembla. Y aún siendo un instante, es eterno cuando prevalece. Siendo de coraje empaparse conscientemente.
Los dolores que generalmente anuncian nacimientos, pulen nuestra voluntad para ser seres sensitivos, y fundirse en la vida hasta envenenarlo con dosis de alegría. Ser devorado por carcajadas, en la toma de la cumbre, el punto desde donde otear las huellas del recorrido, el barro con el cual nos cocimos, y los acompañantes que nos sostuvieron, papel que atrapa las piedras del dolor, adornándolo de color esperanza.

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