Los dolores llegan
a cada pie de los que caminan, arrastrando tras ellos las historias de
fracasos, frustraciones que acusan ante el muro de nuestras lamentaciones, en
el vacío del silencio, encerrados en ventiscas que atrapan voces de
dolor.
Los dolores
provienen de sueños que en ocasiones vivimos, consumiéndolos hasta disolverlos
en los recuerdos y nuestra piel, parecen que ahogarnos pretende, sangramos
lágrimas que limpian su evocación futura, mas en su presencia todo tiembla. Y
aún siendo un instante, es eterno cuando prevalece. Siendo de coraje empaparse
conscientemente.
Los dolores que
generalmente anuncian nacimientos, pulen nuestra voluntad para ser seres
sensitivos, y fundirse en la vida hasta envenenarlo con dosis de alegría. Ser devorado
por carcajadas, en la toma de la cumbre, el punto desde donde otear las huellas
del recorrido, el barro con el cual nos cocimos, y los acompañantes que nos
sostuvieron, papel que atrapa las piedras del dolor, adornándolo de color
esperanza.
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