viernes, 18 de octubre de 2019


El Tiempo devora lo material, y con ello se marcha la imaginación del infante, quedando desprovisto de un refugio, por el que escapar de la cruda vida, la vida el la cual toca decidir que comer, que pan comprar, donde poder trabajar, los problemas noticiados del día, debatidos en tabernas de barrio, donde nos refugiamos del frío físico y vital, y a veces vemos el reflejo de nuestro espíritu en sus sucias baldosas, en el silencio mental, que apenas recoge el sonido de las conversaciones.
Ahí, entre los plieges de las arrugas, quedó retales de nuestra existencia, y pegados a su suela, los deseos frustrados, junto a los existos personales, dolores y alegrías, que fueron desdibujando el rostro, que apenas vemos por la mañana, llenos de prisas, ilusiones, trajines, que aveces nos olvidamos de mirarnos, de escucharnos, de recordar que deseabamos ser, allá en la escuela, y si nos hemos acercado.
Así vamos circulando, cual una cinta transportadora, por sus entrañas, inexorablemente, hasta que esta finalice su recorrido, que comenzamos a intuir cerca, aunque no lo expresemos, aunque lo ignoremos, y creamos ser jóvenes, eso sí con inicios de achaques. podremos pintarlos, igual que pintamos la carrocería del coche, podremos maquillarlo como el maquillaque de camuflaje del soldado, pero está ahí, y en las noches, o al cambio de tiempo nos recuerda su presencia, y con ello, en ocasiones, revisamos nuestra vida, añorando momentos, amores, instantes donde nos sentimos plenos, y secretamente nos preguntamos si volveremos a sentirnos así, si este mundo en el que vivimos, encaja con nuestro ser, sabiendo que ni del tiempo, ni del mundo podemos escapar, y tocara el atasco de la mañana, las colas de la compra, el disfrute de un día de turismo, la sonrisa de los hijos, que sostienen parte de nuestro edificio vital, y quienes no lo tienen se aferrará a algo, pues vivir se vuestra como un absurdo si no encontramos una razón para respirar cada segundo. 
Y esa verdad es tan desconcertante, que ni el dolor penetra, pues él tampoco tendría sentido, mas la vida es un gran absurdo, una broma que se fue de la mano, y tomo las rienda de su existencia, mientras nosostros únicamente podemos gestionar una mínima parte, y con ello tratar de ser feliz.

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